Olmedo España - Educar para la felicidad

Educar es una acción que siempre ha estado presente en la historia de la humanidad. Los modos, formas, estilos, énfasis  y propósitos varían en cada época y en cada sociedad. Y es en este sentido, cómo algunos países han logrado avanzar cualitativamente en tanto el acto de educar se coloca como una prioridad nacional.

Personalmente tengo algunas  preocupaciones acerca de la poca importancia que se le da en Guatemala a la educación o bien al acto mismo de educar a través de la escuela. Una de ellas se refiere a la calidad educativa como un acto de educar para la felicidad. Sostengo que en el nivel de la educación superior una de las acciones  estratégicas para mejorar a fondo el quehacer académico de las universidades, lo constituye el hecho de formar doctores, o sea, docentes que puedan sustentar con seriedad un debate público acerca de la investigación que hacen para alcanzar tan distinguido título. Profesores bien formados y con el gusto por el conocimiento, incidirán en la mejor formación de los futuros profesionales. Hoy día la calidad de la educación superior se mide en nivel internacional por el número de doctores que tiene cada uno de estos centros. Caso contrario, es muy probable que se camine por el sendero de la mediocridad.

Por otro lado, en el espacio de la educación pre-universitaria,  el docente no sólo debe tener formación universitaria atingente, sino que se le debe de proveer de un entorno adecuado. En este sentido, hace unos días tuve la grata oportunidad de dictar  charlas a docentes costarricenses del interior de ese país. La primera impresión fue enterarme de las condiciones materiales de cada uno de ellos, puesto que lucían como profesionales de la educación  con grados de licenciatura y maestrías y con amplio conocimiento de lo que enseñaban. Asimismo, tuve la curiosidad de preguntar acerca de los salarios, y éstos en términos generales cuadruplicaban a los  docentes guatemaltecos en cuanto que a aquellos se les reconocen mejoras a partir de sus estudios.

El otro aspecto relevante fue observar la existencia de un banco del magisterio donde tienen acceso a créditos blandos para estudio, construcción de casas, remodelaciones, viajes de recreo, adquisición de automóviles, etc. Junto a esto han logrado,  con el aporte de cada docente y del Estado, tener sus propios centros recreativos con piscinas y canchas deportivas para el disfrute de sus propias familias. Pero me ha llamado mucho la atención que los docentes tienen una Junta de Pensiones ubicada en un edificio de cuatro niveles a donde acuden a realizar trámites y son atendidos con profesionalismo y un gran gusto a la altura de la dignidad del maestro o maestra.

Lo curioso del caso es que esto sucede en nuestra misma región centroamericana.  Lamentablemente, pienso que estamos un poco lejos de alcanzar este estadio en tanto no superemos la poca voluntad que tiene el Estado guatemalteco hacia la educación. Si este paso trasciende el discurso electorero y demagógico de los políticos, creo con optimismo que vamos a tener  mejores ciudadanos(as) en donde las palabras tolerancia, respeto, felicidad, talento, competencias y realizaciones, dejarán de ser vacías porque la acción de educar les dará consistencia real. 

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