Julio Hernández - Llegaron a la frontera, ¿Y ahora qué?
En medio de gran controversia, amenazas y show mediático, la caravana de migrantes hondureños, llego finalmente a la frontera de los Estados Unidos de América, aunque dividida entre varios pasos fronterizos. Ahora, no queda otra, más que esperar pacientemente, a que les den asilo legal, uno por uno. El muro, no lo pueden saltar, pusieron alambre de púas y doble o triple vigilancia, con la patrulla fronteriza, más elementos del ejército. La prepotencia de los hondureños, se ha visto frenada por la cruda realidad. No es lo mismo gritar y tirar piedras en Guatemala y México que en Estados Unidos de América. Por la fuerza no entraran. Algunos, volverán a Honduras, por la impotencia de ver realizado sus sueños. Otros, enfermos, con niños pequeños sin esperanza y la mujer embarazada, les obligará a volver, con ayuda oficial. De hecho, han vuelto a Honduras muchos de ellos.
Un nuevo fenómeno se ha presentado. Después de muchas muestras de solidaridad durante el recorrido, por parte de la población mexicana, en Tijuana, los habitantes, en su mayoría migrantes que se establecieron años atrás, han empezado a protestar contra los migrantes hondureños. Una pelea xenofóbica. De seguir así, tendrán que dar marcha atrás. Volver a Honduras, o moverse a otro punto fronterizo, más amigable. Por lo pronto, los migrantes hondureños dejaron de ser atractivos, una vez realizadas las elecciones de medio término en Estados Unidos de América. Donald Trump, por otro lado, tiene demasiadas preocupaciones, como para poner atención a los migrantes hondureños. En pocas palabras, dejaron de ser noticia y prioridad. Algunos analistas, señalan que pueden estar varios meses o años, en campamentos, asistidos por la cooperación internacional. ¿Cuántos aguantarán tanto tiempo? Quizás pocos. La mayoría, se pronostica, irán volviendo poco a poco a Honduras. De todos modos, las probabilidades de obtener asilo, son mínimas.
¿Qué les espera a los tres presidentes del Triángulo Norte de Centroamérica? Frenar la migración, con políticas de generación de empleos productivos. Pero en el corto plazo, la migración continuará, quizás no en caravanas, pero a nivel de pequeños grupos, como siempre, internándose a Estados Unidos de América por el desierto, nadando el Rio Bravo, metidos en baúles de carros, etc.
En el mejor de los casos, si Donald Trump revoca su decisión de recortar la ayuda financiera al Triángulo Norte, los efectos de los programas de retención migratoria, tardaran en hacer efecto. Mientras tanto, las corrientes migratorias, seguirán viento en popa. Las condiciones de desigualdad de los ingresos y activos no se han modificado en años, décadas y siglos. Los modelos de desarrollo económico y social, tampoco han cambiado. Las perspectivas de cambio, si no son nulas, son poco previsibles, a pesar de los regaños de Donald Trump al Triángulo Norte y sus presidentes, que, por otro lado, tampoco pueden modificar las estructuras rígidas de las relaciones económicas y sus ancestrales privilegios sociales y políticos. Las revoluciones que los Estados Unidos de América, abortaron tan salvajemente, ahora son una necesidad palpable.