Juan Gregorio - La Responsabilidad del Cristiano con el Medio Ambiente Ecológico

Los guatemaltecos vivimos en una sociedad dormida. No nos damos cuenta que nos estamos destruyendo a nosotros mismos con nuestro comportamiento con el  medio ambiente ecológico. No estamos interesados en cambiar esta mentalidad insensible con el prójimo y con nosotros mismos. Esta problemática no se presenta solamente en las regiones apartadas donde viven los campesinos con menos conocimiento sobre el tema, sino que se presenta en todos los estratos sociales. Da terror cuando vemos las aguas negras desembocando en las cuencas de los ríos y lagos de todas las ciudades y municipios del país, y aun de viviendas que están en las riveras de estos ríos y lagos. Nos da tristeza cuando vemos los ríos arrastrando colchones viejos, chatarras de estufas, microondas, computadoras, llantas y hasta animales muertos. Nos da tristeza cuando vemos que los ríos cambian de colores dada día, porque algunas fábricas y propietarios de algunos monocultivos derraman sus desechos químicos en las corrientes de los mismos, causando contaminación letal para los cultivos y sus habitantes. Nos da pavor cuando vemos los vertederos de basura sin ningún tratamiento, emanando gases tóxicos de metano, el cual es una de las causas del fenómeno llamado invernadero y del calentamiento global.

Vivimos en una sociedad con mentalidad individualista. No nos importa dañar al vecino con nuestros desperdicios, con tal de que salgamos bien en nuestros negocios. Los habitantes de los países que tienen una mentalidad comunitaria, se preocupan por el bienestar de cada uno de sus miembros. Estos son los países que progresan. Por ejemplo:  Israel, Japón y Taiwan.

Cuando vemos todo este desorden ambiental, causado por nosotros mismos, decimos: “El gobierno no hace nada para resolver éste problema.” Y, es cierto. Ningún gobierno  de las últimas décadas, se ha interesado en resolver este grave problema. Ni el gobierno  central ni los gobiernos municipales tienen en sus agendas el problema de la basura como prioridad a resolver. Todo el tiempo se escudan en el pretexto, que no hay fondos para ello. Nuestras autoridades no muestran interés  tampoco, en legislar leyes más estrictas,  e implementar mecanismos para que estas leyes cumplan.

Pero, la iglesia cristiana sí podría hacer algo al respecto. Es más, debería hacer algo, porque cuidar esta casa, este planeta tan bello  que Dios nos dio como nuestra habitación, es nuestra responsabilidad como cristianos, porque es un mandamiento de Dios desde el principio de la creación del hombre. Dice en Génesis 2:15: “Dios puso al hombre en el huerto del Eden, para que lo labrara y lo guardase.” Lo cual quiere decir: cuidarlo y preservarlo para las futuras generaciones. Éste es un mandamiento de Dios, y no una opción. Los mandamientos de Dios son para cumplirse.

Con nuestro comportamiento con las aguas negras, con los químicos que derramamos en los ríos y lagos, con la basura de los hospitales y fábricas que derramamos en los ríos y los vertederos, dañamos la tierra y el agua que nos da la vida, dañamos el aire que nos da el oxígeno para respirar, dañamos el ciclo evolutivo de la naturaleza, que causa el fenómeno invernadero y el calentamiento global. En pocas palabras, dañamos al prójimo y a nosotros mismos. Aquí estamos incumpliendo el mandamiento de Dios que dice: “Amarás a tu prójimo como a tí mismo” (Levítico 19:18; Mateo 22:39).

Sería importante que, dentro de la agenda de estudio que tienen todas las Iglesias cristianas, tomaran en cuenta la enseñanza de este mandamiento de la Palabra de Dios, de cuidar nuestro medio ambiente. Nuestro Dios nos va a pedir cuenta de que hicimos con este mandamiento, Si seguimos con éste comportamiento, que desruye nuestro medio ambiente ecológico, nuestros hijos nos lo van a reclamar. Tengamos conciencia del prójimo y de nosotros mismos.  No destruyamos lo que Dios creó para nuestro beneficio.         

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