Cristóbal Pérez-Jerez - Crisis fiscal en Centroamérica
Centroamérica siempre fue una sociedad feudal y esclavista. Durante cerca de 300 años fue una colonia del imperio español, desde 1525 hasta 1808, realmente, y hasta 1821 semioficialmente. La capitanía del reino español no generó una nueva república, sino que alumbro quintillizos, cinco repúblicas que engendramos un nombre histórico, repúblicas bananeras. O en otros términos, Estados fallidos. Al terminar el dominio español, cambió el régimen político, más no el régimen económico, estos cinco países siguieron siendo sistemas mercantiles semifeudales. Es decir, productores de productos agrícolas de exportación con terratenientes y comerciantes que basaban su dominio en el analfabetismo, la rudeza militar y las creencias católicas. Sólo Costa Rica dio muestras de su intención de modernizarse e invertir en educación primaria, es decir, para el pueblo y no para una élite (educación universitaria).
No fue hasta el desarrollo de la segunda guerra mundial, en que el sistema de propiedad terrateniente mostró claramente su agotamiento como sistema de convivencia social. El monocultivo de exportación ya no daba para fortalecer el sistema capitalista. En Guatemala con la revolución del 44-54 se intentó la reforma social para generar una economía capitalista más moderna. El modelo fracasó con la intervención reaccionaria de Estados Unidos que montó una espectacular confrontación de guerra fría. Finalmente, Guatemala pasó de ser el productor y exportador de casi la mitad de la economía centroamericana, a ser rebasado por otros países de la región. En Costa Rica, se promovió la revolución social en los años 40-48, con gran éxito; la contrarrevolución de Estados Unidos no caló y el cambio en lugar de revertir los avances generó un movimiento hacia un capitalismo industrial y financiero más avanzado. Que se agotó con la crisis de los años 70.
En general el resultado fue claro. Cuatro países de Centroamérica forman el fatídico cuadrante del norte: Guatemala, Nicaragua, Honduras y El Salvador. Todos con economías capitalistas semifeudales, es decir, producen para el mercado, pero con métodos de la colonia, expresado en bajo nivel educativo, sometimiento de indígenas y afrocentroamericanos, grandes terratenientes y concentración del poder en manos de los ejércitos y la iglesia. En el sur Costa Rica y Panamá que avanzan hacia Estados capitalistas democráticos.
En estas circunstancias, es clara la tendencia histórica. El capitalismo como propuesta de organización de la sociedad se consolidó ampliamente. Como diría un asesor del expresidente Reagan, los comunistas simpatizaban con la doctrina de El capital, los capitalistas lo entendían y aplicaban. Los ideólogos del capitalismo, los economistas liberales, entendieron que el sistema está hecho para generar plusvalía, el error sería concentrar su propiedad solamente en los financieros, industriales y terratenientes; es indispensable, para que el sistema se consolide generar políticas de redistribución de una parte de esa plusvalía. Por medio de políticas asistenciales para los más pobres y desposeídos, para que sobrevivan en la escasez, pero se reproduzcan sin sobresaltos. Y, por medio de rentas a las clases medias (intelectuales, universitarios, profesionales, políticos, funcionarios de gobierno), para que protesten y critiquen el sistema, pero sean aliados incondicionales del mismo, por medio de privilegios presupuestarios. Con esto el sistema capitalismo mostró su agradecimiento a Marx. El diseñó la visión estratégica adecuada para el sistema.
Pero hay un elemento adicional en la redistribución de la plusvalía. La inversión social y económica. Para que el mercado se fortalezca y expanda es indispensable crear una infraestructura económica que una intensamente los mercados nacionales e internacionales con puertos, aeropuertos, autopistas, trenes subterráneos, carreteras, energía, aplicación tecnológica e integración financiera total de todos los territorios; y la creación de escuelas, colegios, universidades, hospitales, centros de salud que generen la unidad nacional.
Los Estados que logran una estructura de uso del plusvalor en todos sus sentidos se vuelven capitalistas democráticos avanzados, los que no conviven el sistema de mercado con formaciones semifeudales, y se vuelven atrasados o eternamente en desarrollo.
Es el caso de Centroamérica. En el momento actual, la crisis del capital financiero del año 2008, se ha convertido en una recesión constante, que tiene que terminar con una crisis generalizada mundial, o con el sacrificio de algunas naciones pequeñas. Es el caso de Centroamérica. La crisis económica mundial se ha convertido, nuevamente, en una crisis social en todos los Estados de la región. La riqueza se concentra en los grupos dominantes tradicionales (terratenientes, financieros, industriales) y rentistas (funcionarios públicos y profesionales), generando el aumento de la pobreza en la mayoría de la población. Ya no existen los grupos radicales de izquierda, ahora el populismo que encabeza las reivindicaciones de las mayorías se concentran en grupos extraños neofascistas, religiosos, neoliberales, neoizquierdistas. Hay levantamientos que amenazan el ordenamiento político-social actual. Nicaragua está de cabeza, el régimen sandinista se transformó camaleónicamente de sandinista en somocista; en Guatemala, el gobierno se enfrenta con todos los segmentos de la sociedad; Honduras y El Salvador viven una crisis institucional permanente; Costa Rica estará cumpliendo 16 días de un paro nacional incomprensible. Daremos nuestra visión del nuevo mundo de la región en nuestro próximo artículo.