Debilidad del Estado Guatemalteco y las próximas elecciones por Beatriz Villarreal
La actual crisis política de este país tiene orígenes históricos. Pero la problemática electoral para las próximas elecciones se puede ubicar en los Acuerdos de Paz ya que esta Constitución solo garantizó la posibilidad de llegar a la construcción de una democracia con el fortalecimiento de un Estado presidencialista, no con una democracia ciudadana. En estos tiempos, este proceso democrático no está capacitado para dar resultados fundamentales que son los que tienen que hacerse a partir de procesos sustantivos de educación ciudadana, participación y acción electoral de todos los(as) ciudadanos(as). Con acciones con impacto para el fortalecimiento de valores democráticos de manera continuada, no esporádicos, que garanticen la conciencia ciudadana paralelo al goce y disfrute de los bienes materiales a las grandes mayorías y le aseguren un sistema electoral transparente que respete la voluntad popular en las urnas, que no sea un instrumento para el manipuleo electoral de grupos interesados que diseñan sus propias estrategias de acuerdo a sus preferencias. Estos son los que negocian, escogen y ponen a los presidentes de turno como lo ha sido siempre.
Electoralmente democracia es ganar y perder elecciones, no imponer arbitrariamente al de sus intereses, aparentando que ganó. Esto es resultado de la influencia de élites o grupos económicos que se recetan, a voluntad las grandes tajadas provenientes del Estado, tomado como un botín para sus caprichos, marginado de esta manera a los sectores excluidos del poder que al igual que éstos también tienen derecho y necesitan estos recursos. Esta tradición política se ha impuesto utilizando a algún personaje como presidente, aparentando una participación electoral limpia y democrática.
Esto no es un Estado democrático de derecho ni de interés social. Es un estilo de gobernar que se tiene que superar por las terribles consecuencias negativas que le hereda a la sociedad, que sí está por construir un proyecto democrático tendencialmente igualitario. Se dice esto porque las democracias son proyectos amplios, abiertos, incluyentes, realizables transitando caminos que den respuestas efectivas y graduales a los grandes problemas de cada sociedad, direccionadas por los mejores hombres y mujeres. Los candidatos que se auto proponen, hasta ahora, no tienen estos perfiles. Estas prácticas hacen que en Guatemala solo se tengan noticias cuando el presidente está actuando contra la CICIG y a favor de un grupo, que pareciera fue el que lo llevó al poder. El balance es sumamente negativo e indispone a cualquiera a votar y a participar en ninguna organización electoral. Pero además, este estilo de gobernar solo es apetecible a aquellos que quieren continuar con esta práctica nefasta de gobierno y continuar apoderándose de los recursos públicos para su beneficio. Ejemplo claro y clásico es esta administración. Pues nadie sabe dónde se están invirtiendo los impuestos recaudados. No hay resultados o no los muestran. La distribución se hace a discreción presidencial pues el poder legislativo ha sido hábilmente ninguneado ante sus ansias de riqueza y poder.
La práctica impuesta a los(as) ciudadanos (as) de este país hace que los resultados estén a la vista, en un contexto influidos por las redes sociales y los medios de comunicación que si dan participación para opinar y disentir a las personas, donde cada vez más las voces y opiniones de las personas críticas y conscientes de estas históricas fallas son tomadas en cuenta para señalar los vicios y engaños del gobierno de turno, en especial del actual, ante los escasísimos resultados que alguien puede señalar, pues se ha dedicado a gobernar para los grupos a los que se debe, no para los sectores populares o para la comunidad nacional. Por lo tanto, es mucho lo que hay que criticar y valorar.
Las prácticas electorales viciadas durante estos últimos gobiernos significan entronización de una mini democracia y de un mini Estado en detrimento de un Estado social de derecho fuerte basado en los principios de justicia, transparencia y libertad que garantice el principio de igualdad electoral y jurídica a todos(as) los(as) ciudadanos(as) y una democracia ciudadana donde las personas sean sus protagonistas políticos(as) como muy bien lo ha teorizado la española Adela Cortinas en sus múltiples publicaciones sobre filosofía y ética política. En nuestro caso y en esta coyuntura ante las malas prácticas, se observa un Estado casi moribundo que respira por las manifestaciones populares de protesta de cada cuatro años, para que exista y sea parte de un proceso social que les den garantías sociales para poder vivir y ser parte de la historia democrática de este país. El Estado y el país son de todos, no de unos pocos que se benefician de la certeza jurídica que les da el poder judicial para asegurarse una cómoda reproducción material y social. Pues el Estado ha sido tomado por unos, en detrimento de las grandes mayorías que luchan por la certeza material: alimentación, educación y trabajo. No hay que olvidar lo que afirmaban los chinos en su proceso de consolidación: la lucha es por lo material.
En Guatemala la participación y educación ciudadana de la población es muy limitada al restarle su acción crítica y constructiva. Al contrario, lo que se ha generado es un sistema de partidos que no superan más de una elección pues no tienen bases ni perspectivas sólidas de crecer y permanecer a través del tiempo, como instituciones básicas para esta democracia. Efectivamente un sistema de partidos, de verdad, debe de presentar una propuesta de desarrollo nacional -socio económico- que incluya y seduzca a los votantes al permitirles creer que su proyecto es posible y deseable. Responder paralelamente a las demandas de la población y a la aplicación de la ley. Deben de ser sujeto de los beneficios y posibilidades para enmendar sus errores y dar cuentas a la sociedad de sus acciones. Los partidos políticos y la sociedad civil deben ser la base para hacer posible y garantizar la vida política del país. No solo a las élites económicas que mueven la vida social a su antojo o convierten a las estructuras partidarias en negocios. Este empoderamiento de las élites políticas en partidos o en dirigentes corruptos es lo que se ha traído al traste al Estado guatemalteco durante los últimos periodos presidenciales. De no superarse los malos procedimientos, la salida política y democrática para este país está claramente anunciada en el ambiente.
La visión a construir no es asegurarse parte del pastel haciendo realidad el sálvese quien pueda. Sino garantizar una distribución justa y equitativa para todos(as). Un Estado democrático es en el que todos(as) pueden existir, votar, representar y ser miembros de organizaciones sociales que aseguren la existencia de la nación. Esta tarea está por construirse en esta nación.