Cuando te acuerdes de mí échale un suspiro al viento por Daniel Matul Morales
Probablemente, transcurría el final de la década de los ochenta, del siglo pasado, cuando avanzando por una de las calles del centro de San José, Costa Rica, lugar de nuestra residencia, en ese período. Al atravesar la calle: ¡de pronto¡ me encontré con un vistoso escaparate que exhibía seductoras espumillas. Golosinas favoritas en mis años de infancia en Quetzaltenango, muy accesibles a nuestros impúberes bolsillos. En las tiendas, en aquel entonces, daban dos por un centavo de quetzal. Pues bien, la vitrina a que hago alusión correspondía a la pastelería y cafetería denominada “Las Cuartetas”, exactamente ubicada en la calle 4, entre avenidas 5 y 7 de la capital Josefina. Decidido ingreso y pregunto al abacero ¿Disculpe cuánto valen las espumillas? ¿Cómo dice? Espetó. Espumillas repliqué. Acentuando la doble ele, dijo: No aquí no vendemos espumillas. Bien le dije, ahí estan. . . Se llaman suspiros resaltó. Pues véndame dos suspiros. Entre risas y bromas deje la pastelería y sin tiempo que perder empecé a degustar los dos suspiros.
Exactamente, en la cavidad bucal en unos segundos los suspiros se diluyeron al compás del recuerdo de la Patria y del bienamado Xelajú, conmemoré a mis vecinos, a mis amigos, las calles, los barrios, a Elva, primera novia formal de los quince años. En fin comprendí que un suspiro conspira en contra del olvido. Vislumbre que un suspiro en instantes nos conduce al universo infinito, a sus galaxias, a sus constelaciones, a las ciudades, a las familias. Sucede que el suspiro sin necesidad del ejercicio de la razón, envuelve la historia de toda una vida. Es el alma colmada de acordes del corazón que entremezcla ternura, ansiedad, tristeza, angustia, deseo, melancolía, lágrimas, traiciones, amor, dolor, muerte, nacimiento, renacimiento, simpatías, antipatías. El suspiro es afable conexión sincrónica que no obedece a causalidad alguna, por cuanto constituye afinidad oculta, mensaje arquetípico del máximo inconsciente humano, sus mecanismos son desconocidos, aunque la ciencia racional diga lo contrario. Hoy la física cuántica ha descubierto el principio de no causalidad. Sucede en el mayúsculo nivel sub-atómico.
El suspiro, como convergencia no causal, en conexiones del alma ha sido escrito en diversas canciones populares, como nos dice Palomo en su melodía Aún Suspiro: Suspirando en las cuerdas de mi lira, la inspiración a torturarme empieza; y el suspiro —hecho mundo— en mi cabeza por los abismos de la mente gira. . . Marco Antonio Solís expresa: Cuando te acuerdes de mí échale un suspiro al viento y mándame un sentimiento que me hable un poco de ti. . .Jorge Negrete cantaba: Entre suspiro y suspiro no encuentro el olvido me está matando el querer. . .El Dueto Miseria cuando modula La Palma, nos dice: Yo le pregunté a la palma que si estaba en el floreo Pa' mandarle por correo cuatro suspiros de mi alma . . .; Mercedes Sosa cantaba: Es mi puente un poeta que me espera con su quieta madera cada tarde y suspira y suspiro me recibe y le dejo solo sobre su herida su quebrada, , , María Grever, vocalizaba: Volveré por la noche, cuando estés tú dormido acallando un suspiro, tus labios a besar. . .Los Relámpagos del Norte corean: En el fondo de mi alma hay un suspiro, que se sale y se vuelve a meter, ese suspiro se llama cariño, y mi alma no lo quiere perder. . . Juan Bau, entona: Llegaste a mí como una sombra, como el suspiro de un adiós, me enamoré de tu sonrisa, sí, y sin querer te hablé de amor. Mientras suspiremos estaremos llenos de amor y de bondad, apreciemos entonces cada segundo de nuestros suspiros.