Palenque por Daniel Matul Morales

El ocho de octubre, hace 50 años, en la Quebrada del Yuro, la guerrilla del Che, había caído en un cerco militar tendido por el ejército boliviano. Habiendo salido herido en una pantorrilla, es capturado y conducido al caserío “La Higuera”. El día nueve, desde la Paz, capital de Bolivia, sus captores reciben la orden de ejecutarlo.  El sueño del porvenir de una humanidad radiante, concebido por este hijo de Nuestra América, con mayor ímpetu empezó a expresarse  en mitos, cantos, poesía y leyendas que dan cuenta de su extraordinaria personalidad, como lo expresara el poeta cubano Nicolás Guillen:  . . . “Y no porque te quemen, porque te disimulen bajo tierra, porque te escondan en cementerio, bosques, páramos, van a impedir que te encontremos Che Comandante, amigo.

Ciertamente, el genio y naturaleza de Ernesto Guevara de la Cerna, estuvo entregado, resueltamente, a poner fin a todas las formas de opresión, reorganizar la sociedad en base a la justicia, la libertad, el trabajo, la dignidad, fraternidad y felicidad de los pueblos. Desde este pensamiento siempre llamó al deber ciudadano de cumplir con la inmensa responsabilidad de edificar la nueva humanidad ante la historia y ante las generaciones futuras. Hace algunos años conversando en México, con un querido y destacado intelectual cubano, acerca de la poesía del Che, tuvo la bondad de concederme el Poema Palenque, escrito entre 1954 y 1956, lo comunico en esta entrega.


PALENQUE

Algo queda vivo en tu piedra

hermana de las verdes alboradas,

tu silencio de manes

escandaliza las tumbas reales.

Te hiere el corazón la piqueta indiferente

de un sabio de gafas aburridas

y te golpea el rostro la procaz ofensa

del estúpido “¡oh¡” de un gringo turista.

Pero tienes algo vivo.


Yo no sé qué  es,

la selva te ofrenda un abrazo de troncos

y aún la misericordia araña de sus raíces.

Un zoólogo enorme muestra el alfiler

donde prenderá tus templos para el trono,

y tú no mueres todavía.


¿Qué fuerza te mantiene

más allá de los siglos

viva y palpitante más allá de la juventud?

¿Qué dios sopla al final de la jornada

el hálito vital en tus estelas?

¿Será el sol jocundo de los trópicos?

¿Por qué no lo hace en Chichen Itzá?

¿Será el abrazo jovial de la floresta?

o el canto melodioso de los pájaros?

¿Y por qué duerme más hondo a Quirigua?

¿Será el tañer del manantial sonoro

golpeando entre los riscos de la tierra?

Los incas han muerto, sin embargo.

                                                              Che.

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Imagen de Ernesto Guevara. Archivo Personal.