La hormiguita cuentera por Heriberto Valverde Castro
La pequeña hormiga caminaba para allá y para acá sobre la iluminada pantalla del procesador. Su pequeñez no alcanzaba siquiera a tapar una vocal o una consonante de aquellas que formaban las muchas palabras de un texto que pretendía ser un cuento.
José Asunción tenía días de darle vueltas en su cabeza a la forma de darle cierre a la historia. Necesitaba un símil para sellar con fuerza la trama, pero las musas no bajaban.
Su mirada se entretuvo siguiendo a la pequeña hormiga ir de arriba abajo, de izquierda a derecha; era como si estuviera contando el cuento al desplazarse sobre los símbolos, las palabras, las ideas, los pasajes …
Sin percatarse, José Asunción comenzó a leer el cuento viendo a la silueta de la hormiga deslizarse por los letrados trillos marcados sobre la luminosidad de la pantalla, hasta que llegó a los puntos suspensivos que el autor había dejado en espera de la final inspiración.
Allí la intrusa se detuvo, solo por un instante, en una pequeña pausa que también José Asunción hizo. Luego siguió cuidadosa, sigilosamente, sobre la línea de puntos: uno, dos, tres, cuatro, cinco, y de nuevo retomó el paso con decisión, mientras, con la misma decisión, emocionado, el autor la seguía, tejiendo el último retazo de su historia.