Jorge Debravo

El hombre no ha nacido

para tener las manos

amarradas al poste de los rezos.


Dios no quiere rodillas humilladas

en los templos,

sino piernas de fuego galopando,

manos acariciando las entrañas del hierro,

mentes pariendo brasas,

labios haciendo besos.


Digo que yo trabajo,

vivo, pienso,

y que esto que yo hago es un buen rezo,

que a Dios le gusta mucho

y respondo por ello.


Y digo que el amor

es el mejor sacramento,

que os amo, que amo

y que no tengo sitio en el infierno.

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