¿Y la Reforma Educativa? – Juan Alberto Castañeda

Al hablar de la Reforma Educativa iniciada en mil novecientos noventa y siete a partir del diseño de reforma educativa elaborado por la Comisión Paritaria, estamos hablando de la transformación de la formación inicial docente, la transformación del currículo nacional, la formación de los maestros en servicio y la transformación legal y administrativa, dando inicio este proceso en el dos mil cinco a través de la vigencia de los acuerdos ministeriales 1961-2005 y 35-2005 relacionados al nivel preprimario y primario respectivamente y el Acuerdo Ministerial 178-2009 al ciclo básico.

Transcurridos trece años nos preguntamos hoy día muchas cosas, como por ejemplo ¿Cómo está la calidad educativa en nuestro país?; ¿Han mejorado las prácticas docentes en el aula? ¿Aprenden más los niños y las niñas hoy día? ¿Se cumple con el tiempo efectivo de clases en el ciclo lectivo? ¿Los maestros están mejor preparados? Y las respuestas se pueden resumir en una sola oración: la Reforma Educativa no florece.

Muchas pueden ser las causas pero quizás dentro de las más importantes se puede mencionar: que no existe voluntad política de los gobiernos que se han sucedido desde la firma de los acuerdos de paz, la mala formación del magisterio, la indiferencia de la universidad nacional, el poco compromiso de la iniciativa privada, que en consecuencia determinan que no se cambie el paradigma educativo tradicional.

Jean Jacques Sempé en la primera mitad del siglo veinte, en uno de sus famosos dibujos pregunto: ¿Algún niño es feliz en la escuela? Respondiendo: ¡Si todos, cuando es la hora de ir a casa! Podríamos decir que esa historia es parecida en nuestro sistema educativo hoy día.

En lo esencial, nuestro sistema educativo no ha cambiado mucho, en la mayoría de  casos siguen siendo los mismos métodos didácticos tradicionales que se usan en el aula, cada vez hay más maestros (hoy día llegamos a ciento sesenta mil en el sector oficial y cerca de cuarenta y cinco mil en el sector privado), más escuelas (treinta y cuatro mil), más y mejores libros de texto, mas programas de apoyo y sin embargo nadie puede negar por los resultados en las mediciones que realiza el Ministerio de Educación y la Universidad de San Carlos, la educación en Guatemala está en crisis.

Nos preguntamos una vez más el porqué de tal situación, pues entre otros factores que generan esta crisis se encuentra el escaso presupuesto asignado, que para este año ronda los 14 millardos y medio, lo que significa el 2.5% del producto interno bruto. Así también podemos hablar de la deficiente formación de los maestros que en su mayoría se rigen por la ley del menor esfuerzo, por lo que su formación pedagógica no es congruente con el nuevo paradigma educativo.

Nuestros modelos de enseñanza siguen siendo los mismos de hace cincuenta años, han cambiado ministros, edificios, libros de texto y retratos del presidente de turno pero escasamente el proceso de enseñanza- aprendizaje.

En otras palabras nuestras escuelas siguen siendo las viejas escuelas tradicionales,  donde la educación en el aula sigue siendo verbalista, dogmática, memorista, autoritaria y mecanicista.

Bajo este sistema el estudiante termina dominado y acomodado, pierde interés en su formación académica y existe un serio problema en la praxis axiológica, no aprende a razonar y al pasar al siguiente año ya no sabe nada de lo que aprendió el año anterior. No saben hablar en público, debatir o exponer un problema porque nunca se les enseña en la escuela, no tienen iniciativa, porque se les acostumbra a obedecer al maestro, al coordinador y al director, son irresponsables, porque regularmente eso son sus docentes.

Un sistema así anula totalmente al estudiante, fracciona su personalidad, mata su iniciativa y creatividad, lo obliga a la simulación y al engaño y como efecto de todo lo anterior se convierte el  ser humano en un ser pasivo, dócil y callado.

El tipo de educación practicada en el país, tiene por objeto, no cambiar el sistema en que vivimos, sino mantenerlo y consolidarlo.

Reflexionar sobre estos aspectos es de suma importancia para el futuro del país.

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