Werner R. González - Modernización fiscal en nombre de la democracia -parte II-

A continuación un esbozo de tres elementos dentro del marco de los grandes acuerdos nacionales en los que Guatemala ha cifrado su futuro para consolidar un Estado Social en el Siglo XXI, en el que todos los guatemaltecos en democracia tengan oportunidades de desarrollo socioeconómico, político y cultural: 1. Teoría liberal de mercado; la cual, pondera y facilita a las fuerzas naturales del intercambio comercial dentro del mercado de bienes y servicios para que busquen su propia estabilidad en un punto llamado de Equilibrio  o  Punto Estrella. Esta teoría gozó del reconocimiento de intelectuales de los años sesenta y setenta del pasado Siglo XX, apoyada en la promesa que cuando la economía de los pueblos estuviera próspera; ella misma, la economía, daría a su población a manera de retribución por su trabajo y esfuerzo la gratificación del Derrame «spillover» Socioeconómico.  Es inaudito, pero real, la población guatemalteca aún sigue esperando ese milagro socioeconómico; el cual, no termina de llegar a la sociedad en términos de trabajo digno y la difusión de Mipymes en territorio nacional -distribución racional del ingreso nacional. Como tampoco, a nivel de redistribución de las finanzas públicas, por la vía de las políticas de compensacion sectoriales.

La crisis fiscal que durante los últimos años ha padecido el Estado de Guatemala proviene de esa génesis basada en la Economía Liberal de Mercado; en el sentido que las ganancias de los capitales guatemaltecos, en lugar de ser reinvertidos en suelos patrios de donde fueron originados, son enviados al extrajero para aumentar las tasas de rendimiento de estos capitales. Hay cifras indicadoras  «a semejanza de la Ley de Wilfredo Pareto, una relación 80 vs  20» que el 80 por ciento del capital guatemalteco se encuentra en grandes consorcios mundiales (Bancos Internacionales, inmobiliarias y corredores de negocios, Offshore e industrias como Silicon Valley). En consesucenca, la crisis fiscal constituye sin duda el desequilibrio más apremiante que debe afrontar el gobierno guatemalteco hacia el fortalecimiento del proceso democrático; esto es así, ya que es bien conocido que la modernización económica de un país descansa en dos pilares fundamentales: la modernización fiscal y la modernización financiera. En tal virtud, se puede afirmar que sin ambas modernizaciones (fiscal y financiera) los anhelos por un mejor país,  en términos de prestación de servicios y entrega de bienes de calidad a la sociedad, no se podrán concretar y quedarían en meras ilusiones.

2. El Sistema Político Administrativo de la Gestión Pública Guatemalteca. Uno de estos días un amigo me compartía la enseñanza acerca de la importancia y urgencia de reformar la Ley de Servicio Civil y de la necesidad de una voluntad expresa de reducir los trámites de la burocracia y abatir la corrupción en Guatemala. Él me aseguraba que la ineptitud y la indiferencia del Estado delante de los problemas sociales era más grave que la propia corrupción; pero que ambas interconectadas explican más del 80 por ciento de la ruina del sistema económico, social, político e incluso cultural del país. En la primera entrega de esta miniserie se hizo hincapié en las competencias que el Servicio Civil debe procurar en materia de fiscalización y modernización tributaria. En aquella primera entrega hablabamos de profundizar en la reforma de la Ley Electoral y de Partidos Políticos; ir más allá de las reformas hechas en el año 2016. Igualmente nos referíamos a la Ley de Contrataciones del Estado en la necesidad de reorientarla hacia una mayor eficiencia en la calidad del gasto público; pero que antes, debíamos modernizar el reglamento orgánico de la Contraloría General de Cuentas para que esta tenga más grados de libertad de soberanía actuarial y que la política de Gobierno Abierto continúe siendo apoyada presupuestaria, administrativa y operativamente; por la actual, y futuras administraciones de gobierno.

3. Fortalecimiento de la democracia. Estamos frente al desafío de nuestra propia historia; y para enfrentarla, Guatemala necesita de un Estado fuerte: política y financieramente. Ya que la legitimdad se alcanza cando el Estado es capaz de satisfacer la demanda social de sus ciudadanos. Sin embargo, es de valientes reconocer que el origen de nuestra cultura contemporánea está basada en la indiferencia. Y los que nos llamamos guatemaltecos lo único que compartimos es el territorio, al grado de ignorar la valiosa cultura de la cosmovisión maya. De esta indiferencia social acumulada en el tiempo, hoy en Guatemala, estamos enfrentando el desafío de un futuro ya entre nosotros. Y solo si somos capaces de construir una economía eficiente y una sociedad etnocultural más igualitaria alcanzaremos un mejor manejo de nuestra interculturalidad democrática; y así, tener viabilidad de nación ante la Aldea Global. Continuará. 

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