Juan Callejas - Educación, padres y los primeros años

En mi última elaboración, tome prestada la reflexión desarrollada por Jorge Medina Delgadillo de la página web “yo influyo.com” para introducir el enfoque básico de la tarea que como padres de familia, familia nuclear y familia extendida pudiésemos tener y Dios así lo quiera, adoptar, para contribuir con esta gran tarea encomendada a los padres de familia para hacer de nuestros descendientes mejores hombres y mujeres para una más noble, rica y sostenible raza humana sobre la tierra. La tarea es grande y si la podemos hacer superior, cuanto mejor aún.

Para algunos, esta hermosa tarea o misión, si así lo queremos ver, está contenida en la asertiva mirada que podemos dar en las escrituras bíblicas – para quienes comparte la sabiduría que emana de este libro – al versículo 28 de Génesis: “Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.”

Ya desde en los años tempranos de siglo XX, Adolphe Ferrière, Pedagogo suizo que fue uno de los principales propagandistas y teóricos de la escuela activa, cuyas bases filosóficas y propuestas divulgó en obras como Transformemos la escuela (1920), La escuela activa (1922), El progreso espiritual (1927) y La liberación del hombre (1942); nos invitaba a reflexionar en torno a los primeros años de edad del ser humano, de la siguiente manera:

“El niño ama la naturaleza: se le amontona en salas cerradas; quiere jugar: se le hace trabajar; quiere que su actividad sirva para algo: se hace de modo que su actividad no tenga fin alguno; quiere moverse: se le obliga a mantenerse inmóvil; quiere manipular objetos: se le pone en contacto con las ideas; quiere servirse de sus manos: no se pone en juego más que su cerebro; quiere hablar: se le impone el silencio; quiere razonar: se le hace memorizar; quiere buscar por sí mismo la ciencia: se le sirve hecha; quisiera seguir su fantasía: se le doblega bajo el yugo del adulto; quisiera entusiasmarse: se inventan los castigos; quisiera servir libremente: se le enseña a obedecer pasivamente.” Citado del Documento de UNESCO: participación de las familias en la educación infantil de Latinoamérica.

Evidentemente, en línea contraria a esta reflexión, la sociedad utilitarista, fundada en un economicismo en justicia llamado salvaje y con predominancia en una idea central, la competencia, impulso un modelo educativo que, de alguna manera, no potencializa la naturaleza propia del hombre y por tanto, ha desviado energía, capacidades y vocaciones hacia ámbitos en los que algunas evidencias empíricas pueden mostrar, no hemos sido del todo buenos en la tarea de ejercer mayordomía sobre la creación.

Hemos intentado jugar el papel de Dios en el ámbito del crecimiento poblacional, así como también, hemos alterado químicamente los bienes y recursos naturales, alimentos, por medio de procesos industrializados, de los cuales hoy podemos expresar grandes dudas. Importante, sobre todo, si pensamos en cómo seguir haciendo la vida humana sostenible en este planeta tierra. Nuestro hogar en común.

Otro pedagogo, Johann Heinrich Pestalozzi de Zúrich, conocido en los países de lengua española como Enrique Pestalozzi, fue un influyente pedagogo, educador y reformador suizo, que aplicó los ideales de la última Ilustración a la pedagogía. Al igual que sus predecesores, Comenius y Rousseau, Pestalozzi creía que la solución a las contradicciones y la pobreza en la sociedad se debían buscar en una buena educación.  Creía que a los niños no se les deben proporcionar conocimientos ya construidos, sino la oportunidad de aprender sobre sí mismos mediante la actividad personal. Decía Pestalozzi:

“…Y después que ellos han gozado cinco años enteros de las delicias de la vida sensitiva, se hace desaparecer bruscamente de su vista toda la naturaleza que los rodea; una fuerza tiránica suspende el curso encantador de su independencia y libertad; se les arroja como ovejas a manadas compactas, en un cuarto infecto; se les encadena inexorablemente durante horas, días, semanas, meses, años, a la contemplación de las infelices letras, uniformes y sin atractivo y se imprime a toda su vida una dirección que presenta con su existencia anterior un contraste capaz de volverlos locos...”

Por hoy, bastante para reflexionar y quizá para algunos inquietos, poder debatir.

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