Diana Brown - Educación desde el inicio: oportunidades únicas

"Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad".

Karl Menninger

La etapa de más importancia del desarrollo de la persona es de  0 a  3 años; se pueden citar innumerables estudios científicos que aseguran y constatan que la atención a esa edad permite el avance de las competencias esenciales que de no desarrollarse entonces, se adquirirán con deficiencias a una edad posterior. Se pierde irrecuperablemente la posibilidad de fundamentos cardinales para la vida futura de no desarrollarlos en esta edad.  Las capacidades de discernimiento, análisis, pensamiento critico, discriminación, conteo, percepción, se aprehenden en las etapas iniciales, y preprimarias además de las habilidades de socialización, convivencia pacifica, el trabajo cooperativo, empatía e inteligencia emocional. Todos esto a través de juegos, rondas, vida en comunidad. Se desarrolla el liderazgo, se perfecciona la comprensión.

Estas destrezas se afinan y al ingresar a primer grado se tienen las habilidades en su momento preciso para iniciar la educación escolar. El alumno que arribe al aula de primer grado sin haber convivido en los grados previos, llega con retos especiales, y pueda ser que no domine las competencias como sus compañeros que sí han cursado preprimaria.

La construcción del futuro se funda en la educación inicial; se establecen las cimientas del edificio del conocimiento a levantarse. La seguridad de esa elevación radica en la firmeza de sus vigas, sus durmientes, sus columnas. La construcción del aprendizaje empieza desde el principio.

La educación infantil tiene una doble finalidad de desarrollo: la socialización y la estimulación de los procesos evolutivos. La primera se entiende como un proceso de incorporación y transformación de las normas que rigen la convivencia social, así se hace referencia a pautas, modelos, hábitos, actitudes y valores que se adquieren con la interacción con otros. La segunda se entiende como estimulación de los procesos evolutivos cuya función principal significa reconocer que el niño y la niña desde que nacen, tienen la capacidad de crear estructuras funcionales que le permitirán adaptarse al medio, apropiárselo y ejercer una actividad creativa susceptible de modificar incluso ese mismo medio.

Durante los primeros seis años de vida, se puede afirmar que el niño y la niña satisfacen sus necesidades biológicas, socioculturales, productivas y espirituales articulando los sistemas fisiológicos, psicológicos y sociales. Esto implica que cada persona tiene una particular manera de ser y estar en el mundo, de relacionarse con la realidad con las otras personas, con el espacio y con otros, todas las acciones se comienzan a aprender desde el momento de su concepción y realimentando su mundo interno con l que recibe del externo.

Estudios e investigaciones científicas han comprobado que en esta etapa se establecen bases para todo el desarrollo posterior de la persona humana y la  formación de las más diversas capacidades y cualidades personales.

En los primeros seis años de vida de la persona se asientan y se afianzan los cimentos para un crecimiento saludable y armonioso. Las investigaciones demuestran que la pronta identificación y tratamiento de problemas relacionados con minusvalías físicas, desnutrición, infradesarrollo social, cognoscitivo y afectivo podrán atenderse mejor  durante los primeros años de vida mediante una acción integrada adecuada, proporcionando un medio para remediar  el problema evidente de la desigualdad de oportunidades.

Las diferencias en el ambiente familiar tienen repercusiones fundamentales en el desarrollo que la educación infantil deberá compensar. La educación infantil complementa al hogar, proporcionando una valiosa experiencia y preparación para la transición a la escolarización del nivel inmediato superior.

Las actividades de educación inicial a los menores se encuentran inscritas en la cultura misma y tienen su raíz más profunda en la relación afectiva de la madre con el cuidado y protección de su hijo. Los primeros seis años de vida son cruciales para la apropiación de los elementos sustantivos de una cultura como un conjunto de rasgos  que son compartidos por los miembros de una sociedad.

La familia es la base y es la principal responsable de la educación de la que se inicia el educando en los valores espirituales, culturales, morales y cívicos de una sociedad. La atención educativa deberá apoyarse en ellos para continuar en una tarea conjunta de experiencias de aprendizaje. Se complementan con otros grupos de pertenencia, la escuela y la clase escolar.

El ser humano es el resultado de estímulos e  influencias variados; desde su concepción trae consigo rasgos heredados que se complementan o se modifican con la interacción del entorno. Elemento fundamental, la madre. Su actuar: instintos, acciones, afectividad, entrega,  provee a las personas el espacio perfecto para un crecimiento integro y el medio ideal para el florecimiento. Esta influencia, o su ausencia, marca a la persona de manera permanente. Influirá en sus actitudes, su desarrollo interno  y externo, su entrega con el camino personal de maduración, y la aceptación del proceso educativo, incluyendo los talentos individuales de cada uno, basándose primero en el reconocimiento y certeza de sus talentos individuales.

Un centro educativo tiene que tener en cuenta todos estos aspectos. El alumno que ingresa a cualquier nivel o etapa, trae consigo su estructura familiar, física y emotiva, no necesariamente de forma extrínseca pero ineludiblemente de forma intrínseca.

Es necesario destacar el establecimiento y y sistematicion de la educación infantil, la cual constituye un compromiso y un derecho para con la infancia, los futuros ciudadanos.  La educación infantil cuando cumple con su responsabilidad educativa se convierte en un factor  central en los procesos de democratización social, por  garantiza los espacios equitativos de aprendizaje y desarrollo.

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