Beatriz Villarreal - Una teoría educativa para el siglo XXI

El proyecto de  educación para el siglo XXI fue resultado de un movimiento global que comenzó en el año 1945 con la inclusión del derecho a  la educación en La Declaración Universal de los Derechos Humanos. Este acuerdo transformó a la sociedad global  al dar a todos los niños la oportunidad de ir a la escuela. En pocos años la población estudiantil creció enormemente al hacer realidad este derecho a los niños y a generar las condiciones para que adquirieran las  competencias cognitivas básicas. Las dimensiones de los avances logrados son enormes, pero las aspiraciones que aún faltan requieren de más y de nuevo pensamiento sobre cómo hacer realidad la totalidad de los ideales y sobre las formas de aprender a hacer las cosas y a manejar nuevos procedimientos. Pero sobre todo se requiere de propuestas para crear nuevos métodos que den sostén al proceso de aprendizaje. Este es el paso siguiente a desarrollar.

Los profesores e investigadores de la Universidad de Harvard sobre la problemática de la educación Fernando Reimers y Connie K. Chung publicaron en el año 2107 el libro “Enseñanza y Aprendizaje en el Siglo XXI”. Es el texto que se utiliza como marco de referencia para elaborar este artículo pues arroja datos empíricos y conceptos actualizados sobre las competencias educativas  propias del siglo XXI. Sus conclusiones permiten hacer síntesis por los importantes y novedosos resultados obtenidos durante estas últimas décadas en la educación a nivel mundial. Uno de los logros más significativos es que los objetivos curriculares y las metas fueran ampliados en casi todos los países. Lo mismo que las exigencias impuestas a los maestros hacia la adquisición de un conjunto más vasto de competencias en el ámbito del aprendizaje.  La adquisición de estas  competencias es lo que garantiza que los maestros estén listos  para enseñarlas, estén dotados del saber y de la habilidad indispensable para difundir entre los alumnos el espíritu inquisitivo para asegurar un aprendizaje profundo (p.300). 

A pesar de este gran avance, se tiene la percepción que las expectativas escolares no han sido satisfechas del todo por la educación actual. Las reformas educativas realizadas en algunos países han enfatizado diferentes aspectos, según sus necesidades. En un mayor número de países lo que se continuó  fortaleciendo fueron las demandas cognitivas y la evaluación convencional. En menos, la importancia se centró en las demandas morales y en el dinamismo económico y laboral. Y en muy pocas, como en Estados Unidos la economía del conocimiento impuso estándares académicos más altos. Las estrategias llevadas a cabo en cada caso difieren unas de otras. Señalan  que los planteamientos  teóricos dirigidos a rediseñar y a hacer innovaciones en educación, hasta ahora son muy escasos y no llenan las demandas conceptuales que se esperaban.

Uno de los desafíos a resolver  es la inexistencia de una teoría del desarrollo sólida que de apoyo a una pedagogía que tome en cuenta las ausencias básicas sobre cómo lograr hacer que los maestros puedan enseñar desde esta perspectiva a los estudiantes. “Hasta ahora no existe una teoría del desarrollo integrado que explique de qué manera se despliegan las competencias enlistadas  en los diversos marcos de nuestro tiempo, o que lo hagan de modo que estas se refuercen o complementen entre sí “ (p.305). Sobre todo para desarrollar las habilidades inter e intrapersonales como son: el desarrollo de la autoeficacia de Reimers y Chung (2017), la motivación requerida para alcanzar las metas fijadas de Angela Duckworth (2011). El de la mentalidad de crecimiento de Carol Dweck (2012) que requiere apoyo de la psicología, y, el de la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner (1983, p.305)   

Es necesaria una teoría integrada que conjunte estos procesos en una propuesta del desarrollo humano que abarquen todos los aspectos. Según Reimers y Chung hace falta una teoría que de cuerpo al desarrollo de una secuencia de experiencias,  por medio de los cuales los estudiantes puedan adquirir las competencias que permitan verificar la integración de los dominios cognitivos, el interpersonal y el intrapersonal (p.306). Pues no es posible afirmar todavía que los enfoques utilizados para el estudio de las competencias cognitivas permiten entender  o explicar el desarrollo de las competencias inter o intrapersonales. Es necesaria una teoría que explique cómo es que aprenden los adultos  y los maestros a manejar las competencias de la pedagogía del siglo XXI. Así como a aprender  a traducir en un conjunto coherente e integrado de experiencias educativas  para beneficio de los estudiantes a través de las asignaturas y de los diversos grados.

Para ello a partir de una serie de estudios nacionales  realizados consideran que es importante valorar sus resultados como fuentes empíricas para hacer un análisis fundado en las prácticas innovadoras que permitan dar más base a este aprendizaje. Como son por ejemplo los cambios curriculares introducidos para promover el pensamiento crítico, el aprendizaje auto dirigido, la integración de las tecnologías de la información y comunicación al currículo y a las estrategias pedagógicas (p. 308). Se tiene que encontrar la respuesta para que las experiencias de aprendizaje sean moldeadas por el currículo y la pedagogía, demostrando que las asignaturas, son el medio apropiado para desarrollar las competencias seleccionadas  así como determinar cuál es el papel apropiado de las pedagogías didácticas. Sería un sistema que de cuerpo al tipo de organización y de administración escolar que apoye firmemente las oportunidades, los recursos que harían viables la organización y la pedagogía escogidas.

Todo esto daría nuevas asignaciones a los maestros y a los líderes de las escuelas. Permitiría establecer nuevas relaciones con el contexto social próximo a la escuela, con el fin de llevar a cabo los cambios necesarios para poder hacer realidad los nuevos objetivos escolares.  Para fortalecer la profesión de la enseñanza hace falta que se expanda una serie de competencias que deben de dominar los maestros para que les permitan asegurar el progreso sostenido en la formación y en la práctica profesional. Por lo que además de más profesionalismo, requieren de una teoría vigorosa que les sirva de guía permanentemente en la implementación del modelo educativo. 

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