Nuestros bisabuelos agrónomos por Julio Hernández Estrada

En una canción del español, José Luis Perales, dice; ¿Y quien es él? ¿Y como es? En ese sentido, cabe preguntarse, ¿Cómo eran nuestros abuelos agrónomos? De repente, vemos esquelas de la Escuela Nacional Central de Agricultura, ENCA, con un colega fallecido, de promociones de los años cincuenta, con más de noventa años de  edad. Para las promociones recién egresadas, ellos, los últimos vivos de los años dorados del Alma Mater, pudieran ser abuelos, bisabuelos o tatarabuelos, en el sentido del tiempo y la profesión. El linaje, es el mismo, fuimos bañados en las mismas aguas, pertenecemos al mismo rio, que fluye desde hace cien años. Es como si nos hubieran bautizado en el Río Jordán, porque profesamos la misma profesión y religión.

La ENCA, tardo casi medio siglo, en graduar al estudiante número mil. Luego, en su segunda mitad del siglo, graduó 5,400 estudiantes. Para terminar los cien años con un total de 6,400 egresados. ¿Cuál es la diferencia entre los primeros egresados y los de ahora? ¿Hay diferencia? Se suele decir, “Todo tiempo pasado fue mejor”. ¿Será cierto? Algunos nuevos, dirán; ¡Imposible! ¿Qué significa que en medio siglo se hayan graduado mil estudiantes? Las promociones eran pequeñas, de seis o siete estudiantes. Por otro lado, el Alma Mater, tuvo la mitad del siglo, estudiantes de cinco años de carrera de perito agrónomo. En esos tiempos se ingresaba de 12 años de edad, pre adolescentes, púberes, con la primaria terminada. Para tener una idea, basta con ir a una EFA, y vean a los estudiantes de secundaria, y verán a sus abuelos agrónomos de niños. Como si estuvieran jugando a ser agrónomos, en el kínder de la escuela. No se cuando termino el periodo, en que los directores de la ENCA, vivían en la institución, en la finca, eran como administradores de la finca, como el patrón. Hoy día, ya no es así. También los profesores de tiempo completo vivían en la institución. Todo el día, y casi todos los días, convivían profesores, directores, con los pocos alumnos de la institución. Había un tutelaje cercano. Además de profesores de cátedra, eran tutores día y noche. Los profesores enseñaban sus clases teóricas, y además eran encargados de la producción. Ahora no. Los estudiantes tenían la responsabilidad de la producción, junto a sus profesores. Hoy no. Hoy existen trabajadores de campo. Cabe destacar que cinco años, de aprendiz es un tiempo suficientemente largo, para “cocinar lentamente” cualquier guisado. El sabor es distinto.

En los años sesenta, cuando fui estudiante, los empleadores pagaban Q500 al mes. Ganaba más un perito agrónomo que un ingeniero agrónomo. Estudiantes de la facultad de agronomía, dejaban la USAC, para estudiar agronomía en la ENCA.  De hecho, la facultad de agronomía de la USAC, es una extensión de la ENCA, de manera funcional y profesional. Así nació, así se formó. La ENCA es una especie de facultad de agronomía “Junior”. Las tesis que se exigían eran con toda la parafernalia científica y estadística. Los que tuvimos la suerte de continuar estudios de agronomía en el extranjero, perdimos tres años, marcando el paso, esperando al resto del grupo, a que aprendieran agronomía. En México, me dijeron, ¿Por qué no revalidaste cursos? Me daba vergüenza, porque hubiera sacado la carrera de ingeniero agrónomo en dos o tres años. Todos los egresados de la ENCA, destacamos en Chapingo, en todas las especialidades. Fuimos los mejores estudiantes.

Los egresados de aquellos años dorados, de la carrera de cinco años, todos sin excepción, destacaron donde quiera que fueron. Esa vena educativa termino en 1957, cuando no se admitieron estudiantes, porque estaban los profesores elaborando el programa de la carrera de perito agrónomo de tres años, más profesional, más agronómica.

En el contrato firmado en 1921, entre Luis Cruz Meza y el ministro de agricultura, Antonio Bouscayrol, se pedía fundar la facultad de agronomía, para ello, debía la escuela de agricultura, elaborar el plan de estudios. En esa época, la Universidad de San Carlos de Guatemala no era autónoma, sino pertenecía al ministerio de educación pública, era Universidad Nacional; hasta los años cuarenta con el gobierno de la revolución del 44, con Juan José Arévalo Bermejo, se hizo autónoma. En esos años, la ENCA estaba en La Alameda y ya no tenía el compromiso firmado por Luis Cruz Meza. En el susodicho contrato, también se pedía a la escuela de agricultura de Guatemala, fundar escuelas de agricultura en cada departamento. La rescisión del contrato, obvio ese paso. Fue hasta 1985, con el Articulo 79 de la constitución política, que se le otorga esa potestad al Alma Mater de autorizar el funcionamiento de escuelas de agrícolas y forestales: hoy día, hay 19 instituciones privadas, publico-privadas que operan en toda la república. Y en lugar de los100 graduados de la ENCA, anuales, la cifra llega a mil, entre todas las instituciones autorizadas.

A veces cuesta saber quienes somos, pero más difícil es, saber quienes fueron nuestros antepasados, nuestros abuelos profesionales.

upload.jpg