Condiciones, emigrantes y remesas por Luis Javier Crisóstomo

El sufrimiento, el miedo, la inseguridad y la falta de comida, han hecho que muchos compatriotas emigren tanto al interior de Guatemala como fuera de ella. La realidad manifiesta casos donde en muchos municipios todos sobreviven haciendo cualquier actividad tan solo para conseguir lo necesario para comer tortillas y una taza de café por las mañanas y algún atol al atardecer. Pensar por ejemplo en algún municipio con 50 o 90 mil habitantes, de esta cantidad la mayoría no cuenta con trabajo regular y por lo mismo no tiene entrada económica que le sirva para atender las necesidades familiares. En estos espacios, la excepción está en algunas personas que cuentan con algún trabajo, por ejemplo unos cuantos como maestro de escuela, conserje de alguna institución, empleado temporal de alguna organización no gubernamental, cura o pastor del lugar y de repente alcalde municipal por uno o más períodos. Aun así, no siempre estos puestos están para quienes allí viven porque no hay condiciones para que se preparen para asumir algún puesto con determinados requisitos por ejemplo contar con un título ya sea del nivel medio o de la universidad. Para los que ya cuentan con el título del nivel medio, el asunto es que tampoco cuenta con habilidades prácticas para desempeñarse en determinado puesto que de vez en cuando aparece en las grandes ciudades o en algún sector con que cuenta el Estado de Guatemala. En este último se complica porque para obtener el trabajo hay que pagar dinero al alcalde o al diputado y no necesariamente se toma en cuenta la competencia técnica o profesional.

Ya nos imaginamos de las familias que no cuentan con casa ni terreno donde sembrar algo, en todo el municipio no existe ni una sola empresa que ofrece algún trabajo, escasean o simplemente no existen las medianas y las pequeñas empresas, uno que otro trabajo por tiempo corto que aparece pero dedicado a los amigos y amigas de las autoridades. Los que tienen algún terrenito, han sembrado pero no llueve, cayó mucho granizo o exceso de helada y entonces no habrá comida para algunos meses del año. Pero tanto el gobierno en turno como los que aspiran a ser presidente del país, planifican y ejecutan una que otra acción para los más desposeídos y la desilusión pronto aparece porque en muchos casos están dirigidas a los amigos y a quienes votaron por el partido que los llevó al poder, en fin todo se complica. Es de reconocer que en algunos espacios dan cierta esperanza cuando afirman que los pobres tienen un lugar pero después de esta vida. 

Insistir para vivir en estas condiciones, sin tener algo para sobrevivir, mejor marcharse a otras partes del mundo. Entonces encontramos compatriotas abandonando su tierra natal, se van sin volver la mirada al país que no los reconoce y que los tiene en el olvido. Por aire, mar y tierra se van, pagan mucho dinero por irse. Los que llegan al lugar de destino y consiguen trabajo, empiezan a enviar algún dinero que en nuestro medio se conoce como remesa. Aunque usted no lo crea, el CACIF pegó el grito al cielo cuando hablaron de impuestos a la importación y exportación de productos nacionales, nos imaginamos que ni espejos producen, están confiados en el producto de la tierra y del sufrimiento de los compatriotas que han emigrado. No todo es positivo, mucho del dinero que viene como consecuencia del esfuerzo de muchos coterráneos se pierde como parte del consumismo que se vive porque se asumen otros estilos de vida para continuar con la pobreza. Para muchos, la remesa es sinónimo de sufrimiento y morir fuera de la patria.

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