La trampa del ingreso medio para América Latina por Beatriz Villarreal

Como demuestra Michael Reid -2019- no hay duda que América Latina ha tenido grandes avances económicos y sociales durante las últimas décadas. Casi todos sus países son de desarrollo medio. Pone como ejemplo a Perú con la reducción de la pobreza y como el tercer mayor exportador de uvas a China, entre otras cosas. Pero la escasa infraestructura y la corrupción lo han convertido en un típico ejemplo del desarrollo latinoamericano. Respecto a la trampa del ingreso medio, definido por el Banco Mundial como los países con ingresos anuales por persona que van de $ 3.950 a $12. 235, considera que ya son con casi dos décadas de progreso socioeconómico y de gradual esfuerzo de la democracia latinoamericana, que corre el riesgo de quedarse atascado en la denominada por los economistas “trampa del ingreso medio”, no de clases medias, al no poder acceder al grupo de los países desarrollados, como son los últimos ejemplo, Polonia en Europa, y Corea en Asia.

Datos a tener en cuenta, es que en el año 2012 la ONU calificó 36 países como desarrollados que contaban con un ingreso anual por persona de más de US$12.165 en términos nominales. Anteriormente, en el 2010 el FMI asignó “el estatus de economía avanzadas” a 39 naciones con un ingreso anual por persona de US$22.000 en término de paridad con el dólar, teniendo en cuenta el costo de vida. Según la cifra dada por la ONU en 2012, 9 países latinoamericanos de 20, hace 7 años, estaban cerca o en proceso de conseguir el desarrollo. Esto son: Argentina, Chile, Panamá, Uruguay, México, Brasil, Colombia, Costa Rica y Perú.

Qué quiere decir esto en el año 2019? Latinoamérica es un sub-continente de desarrollo medio desde hace varios años. Reid (2019), periodista, escritor y comentarista, considera que lo que se está dando es que, a medida que se mueven las economías, las poblaciones crecen más lentamente y los países dependen de una mayor productividad que requiere de procesos de desarrollo que los economistas los llaman políticas de “capital humano”. Son las que están basadas en una mejor atención sanitaria, educación en habilidades y crecimiento económico. No es el crecimiento de mano de obra barata y de una fuerza de trabajo en expansión. Citando a Alejandro Foxley –ex ministro de hacienda y de relaciones y de Relaciones exteriores de Chile, resalta que la desaceleración latinoamericana, se ha debido a la incapacidad de hacer este cambio cualitativo en los países, por medio de la competitividad, la productividad y capital humano. Por cuanto la formación de capital humano es lo fundamental para superar el desempleo, su mala calidad y la informalidad laboral. Otros dos factores que se dan o que están detrás de la trampa del ingreso medio son las debilidades de la protección social y de las instituciones.

Para Reid, lo más importante es que el desarrollo de un país es esencialmente un proceso o acuerdo político nacional que hace de la educación lo principal para la formación del capital humano. Para América Latina la tarea es mantener este rumbo. El modelo seguido por los países latinoamericanos ha sido la democracia, la estabilidad macroeconómica, la apertura económica y la inclusión social, la eliminación de la pobreza y la reducción de la desigualdad. Esto le ha dado buenos resultados a los países que no se han alejado de esta vía. Los países que se desviaron de este consenso están fracasando en sus intentos. Mantener el rumbo para formar un nuevo consenso requiere tener acuerdos sobre tres aspectos básicos que son: 1er. Mejorar el Estado de derecho y abordar de manera más efectiva los delitos violentos y la seguridad ciudadana. 2do. Afianzar y extender el progreso en educación y salud; y el 3ero es el mejoramiento de la productividad en sí misma, que significa fomentar economías más eficientes y diversificadas. Esto requiere de un tipo de Estado diferente y de la creación de un amplio proceso político.

Citando al chileno Foxley, el principal obstáculo para consolidar una nueva clase media es la mala calidad de la educación, que actúa como un freno al desarrollo, a sus aspiraciones y oportunidades. El objetivo es llegar a contar con salud y educación pública que mejore el empleo y su calidad. La consolidación de la informalidad productiva socava la productividad. El imperativo de la innovación para combatir la informalidad laboral es invertir en capital humano. La baja productividad del sector formal y las empresas informales son un lastre para la productividad, al no invertir en la capacitación de los trabajadores, que además tienen una excesiva regulación en la región. Los gobiernos tienen la función de fomentar la innovación y la diversificación. Ante la debilidad del Estado latinoamericano la renovación de la política industrial debe de hacerse con cautela ante la falta de mano de obra calificada.

Es necesario un nuevo tipo de política con economías de mercado más competitivas y un Estado más efectivo que fomente la innovación económica y el desarrollo del capital humano que ofrezca a la ciudadanía mayor igualdad y seguridad. Construir consensos entre el Estado, el sector privado y la sociedad civil, trabajar juntos para establecer metas a mediano plazo y responsabilizar a los gobiernos. Finalmente señala que en los últimos 30 años América Latina ha logrado mucho: estructuras políticas menos anquilosadas y más flexibles que las del mundo rico. La democracia no ha sido una imposición. Y su llegada ha sido el resultado del constitucionalismo liberal y de la experimentación democrática.

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