¿Por qué las mujeres son multigrupos? por Julio Hernández Estrada

Se observa con incredulidad y asombro, la cantidad de grupos de mujeres, a los que pertenecen las mismas mujeres. Este fenómeno debe tener una explicación, al menos, una interpretación. Todos tenemos una pareja, una amiga, una hermana, hija, nieta, etc., que lleva una intensa vida social y emocional, mediante la reunión semanal, quincenal, mensual, semestral o/o anual de amigas, relacionadas a ellas, por razones diversas, como; compañeras del párvulos, primaria, secundaria, diversificado, universidad o doctorado. Por otro lado, se observa que también se reúnen, las mamás de hijas que fueron a un determinado colegio. Ex compañeras de trabajo de una institución, de un algún periodo determinado. Ex integrantes de un grupo de apoyo político, terapia, salón de belleza, etc. Los pretextos, son diversos, y quizás válidos. Pero, ellas, se reúnen para el resto de sus vidas. La cantidad de tiempo que invierten en estas reuniones comprende, desde la organización; elegir el lugar, el menú, la hora, la ruta para llegar, a quien pasan a recoger primero y de último, regalos que compraran, etc. Hay grupos que se reúnen, para orar, otras para dibujar, pintar o hacer esculturas, gimnasia, baile, masajes, pintarse las uñas, aprender cocina, artesanías, etc. Escuchar la presentación de libros, grupos de lectura, escritura, escuchar poesía, cuentos, etc. Las actividades, son infinitas. Viven el día entero, dedicadas a esos grupos, aunque las reuniones sean con cierta periodicidad. Llegan y se van corriendo, quejándose de falta de tiempo, del tráfico. En algunos casos se heredan las sillas del grupo, a las hijas, como la novela de Emmy Tan, unas chinas de San Francisco. También juegan póker, apuestan, tienen grupos de comidas del mundo, se van a la playa, pasan tres u ocho días, platicando, día y noche. Incluso, criticándose entre ellas, cuando van en parejas o tríos a caminar por la playa. Algunas, enseñan sus cuerpos bien conservados, o las operaciones realizadas, las enfermedades padecidas. En general, son grupos de apoyo mutuo. En algunos casos, se odian, se soportan, pero no pueden vivir una, sin la otra. Tienen Facebook, tuit, celular, WhatsApp, pero necesitan la presencia física, verse, oír la voz, olerse, toman juntas licor, se intercambian recetas, tips de belleza, hablan sobre los hombres, sus hombres y otros hombres. Desde luego, critican a otras mujeres, especialmente, a las que no llegaron.

Mi pareja, volvía a casa, quejándose de alguna de ellas, que no la deja hablar, y que la odia. Entonces, le decía yo; ¡Ya no vayas! Como crees, me respondía. Si la conozco de toda la vida. Entonces, aprendí a callar. No volví a preguntar, opinar, solo a escuchar, reír y gozar las charadas de la vida de una mujer. Bueno, una posible explicación o interpretación de una intensa vida social de una mujer, dicen los filósofos, es que “No saben estar solas”, con ellas mismas. Tienen pánico de la soledad. Desde luego, es la generalidad, las hay, que combinan sus vidas, con sus parejas, sus profesiones y su soledad. Tampoco es cierto, que una mujer más educada, o al menos más escolarizada, no sigue el mismo patrón de conducta. He visto cosas positivas en esa conducta, como evitar que sus maridos sean despedidos de organismos internacionales, cuando hablan entre sí, especialmente a la mujer del jefe. Y todas lloran la posibilidad del despido. Una tía abuela, sin educación, pidió a su marido, un coronel, que la decisión del lugar del hospital regional, cayera en Cuilapa, su pueblo natal. Bueno, por esa razón, tenemos hospital regional en el pueblo.

Quizás la interpretación filosófica, no sea suficiente ni contundente, pero es la único que hay. La otra explicación, es que así son las mujeres.

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