El Mito del Juego de la Pelota Maya por Olmedo España

Siempre nos han dicho que el mito es una forma fantástica de explicar la realidad.  Sin embargo, algunos autores sostienen que el mito es aquello que encierra una intencionalidad sobre algo que trata de justificar y explicar y que está en la conciencia colectiva.  El mito encierra el sentido de la existencia, de la pervivencia, el cosmos; es “un dar cuenta de algo que se siente y es por su sentido un problema, una incógnita, la más de las veces existencial”.

El mito es entonces, de acuerdo con Cassirer, aquello que no nace sólo de procesos intelectuales, sino de profundas emociones humanas.  Significa que la razón no puede superar al mito, ni éste a la razón.  Bajo esta óptica pensamos que una sociedad como la guatemalteca está ayuna de mitos, porque desde las entrañas de su propia humanidad no existe un sentimiento vivencial que nos amarre identitariamente.

Esto me conduce a pensar que uno de los libros fundacionales de la llamada “nacionalidad” guatemalteca es el Popol Vuh, puesto que no sólo ofrece una concepción del mundo, sino una forma de organización social.  Los valores éticos, estéticos y políticos están implícitos en una historia mítica, en donde prevalece una espiritualidad que cohesiona a la comunidad.

Este libro, que ha sido objeto de múltiples estudios y que curiosamente hoy día no se asume con seriedad teórica como uno de los grandes sostenes del proyecto de nación, encierra una serie de aspectos que van desde la creación hasta la consolidación de una sociedad.  Cada uno de los temas tiene como eje central la moralidad del ser humano en medio de incertidumbres y angustias que provoca cada estadio del proceso social.

De ahí que abordar la descripción del juego de la pelota resulte insuficiente, si sólo lo asumimos como expresión deportiva.  De hecho, en la justificación que hizo el Ministerio de Cultura en el año  2003 al impulsar la actividad deportiva del juego de la pelota maya, indican que “JunAjpu-Ixbalanqué es vencido y muerto en el Chaaj –juego de pelota- por los de Xibalbá—los de inframundo—y la abuela de JunAjpu-Ixbalanqué –Ixmucané- esconde la pelota y los implementos del juego para que nadie más juegue”

En otro de los apartados, indican que se da una nueva generación de JunAjpu-Ixbalanquéla cual es guiada por un ratón –Chó—al lugar donde se encuentra la pelota y los implementos –estaban en el tapanco de la casa—y les enseñó también el “hom”, lugar donde se jugaba, la forma y las reglas del juego… y entonces el chaaj vuelve a ser jugado y JunAjpu-Ixbalanqué triunfa en la revancha contra los de Xibalbá, y desde entonces, el bien triunfa sobre el mal.

Recordemos que en las ciudades mayas existía un espacio central para este deporte, de ahí que fue de larga tradición.  El sentido de este juego tenía un carácter simbólico, en el que desde lo lúdico se profundiza en un drama humano como lo es el bien y el mal.  Es una especie de comunicación intuitiva porque no se llega a la racionalización.  Es la vida y el sentido de la misma.  Y eso es el mito, tal y como ahora mitificamos a los grandes futbolistas del mundo, personajes  convertidos en héroes con quienes de manera consciente o inconsciente nos identificamos con ellos porque representan un ideal.

El mito del juego de la pelota maya debe recrearse, al igual que en otros lugares de Mesoamérica, como una expresión que es susceptible de “mostración” del devenir histórico guatemalteco.  Si hemos asumido algunas tradiciones como la comida o la viveza del color en la expresión plástica, ¿por qué no llevar a la práctica un deporte que encierra un alto significado mítico necesario para construir nuestro proyecto de nación?  Esta manifestación de la cultura mesoamericana se constituye en un aporte a la humanidad, que nos permite ubicarnos mejor en el mundo globalizado.