A pesar de todo por Luis Javier Crisóstomo
Estamos ante la culminación del año 2018, tiempo propicio para apreciar lo bueno que hemos hecho por la familia, la comunidad local y nuestro país. El tiempo sigue su curso y no se detiene por nada. Es de agradecer por la vida, la alegría, la paz y el bienestar de las familias que habitan el territorio nacional. Nuestro deseo es que cada una goce de un ambiente donde se viva el afecto, el aprecio por las hijas y los hijos, donde abunda la solidaridad, la estima por las personas y el respeto a todos. Nuestro país cuenta con familias donde es posible identificar esfuerzos por el servicio al bienestar común, familias donde se habla y se practica la justicia y aquellas donde se cuestionan acciones que ponen en riesgo el proyecto de vida común de los pueblos. En el ambiente familiar es necesario hablar y practicar acciones que propician el amor al país que deseamos y cuestionar aquellos hechos que limitan el desarrollo de la gran familia guatemalteca. Las familias deben propiciar mejor educación a las hijas e hijos con el objetivo de aportar al logro de mejores condiciones de vida para las generaciones del futuro. Es lamentable que continúen hechos negativos como la violencia, la exclusión y la corrupción.
En el país hay tanta exclusión, pero admiramos a las comunidades que viviendo en el olvido por parte del Estado de Guatemala, se sienten guatemaltecos, asisten periódicamente a elegir sus autoridades nacionales, mantienen sus esperanzas de que algún día alguien pueda planificar y ejecutar programas y proyectos a través de las políticas públicas de salud, educación, justicia y medio ambiente. Estas comunidades están acostumbradas a buscar los servicios públicos ubicados a mucha distancia, hacen el esfuerzo de buscar la educación para sus hijos e hijas, buscan la justicia para vivir en paz y confraternidad.
Nuestro país está integrado por los 4 pueblos con cuya diversidad deben construir la democracia, la paz y el desarrollo tomando en cuenta los conocimientos, la tecnología y variedad de organizaciones que deben tejer las relaciones entre personas y grupos para que todos sean parte del Estado que se llama Guatemala. La exclusión es fuente de conflictos y hay que eliminarla de la práctica política.
Hay sufrimiento y dolor por la población que ha emigrado a otras partes del mundo, de manera particular por quienes viven en países del Norte de América, porque con base a la amargura, lágrimas y largas jornadas laborales aportan muchos millones de dólares para el presupuesto nacional del Estado guatemalteco y sus familiares aquí en Guatemala no cuentan con programas oficiales de apoyo. A estos hijos e hijas de Guatemala, nuestro agradecimiento permanente y profundo.
Todo es escaso en Guatemala, pero aun así, los trabajadores y trabajadoras del campo, hacen lo posible en sembrar y cosechar maíz, frijoles, verduras y frutas para el consumo local. A estos compatriotas se les admira porque con su trabajo consiguen honradamente la comida del día a día y alegran los mercados en todo el país con productos frescos. Ellos solo sufren los efectos de la injusticia y de la corrupción.
Hay politiqueros y corruptos y a muchos de ellos se les ha visto la cara. Estos guatemaltecos deben abandonar sus prácticas antidemocráticas, injustas, llenas de egoísmo e impunidad. No permitir que sigan haciendo daño al país. Apreciamos al liderazgo político del país que lucha contra la corrupción y la injusticia, con clara visión para la construcción del proyecto político con base a la representación y participación de los cuatro pueblos que conforman Guatemala.