Tragedia y descaro por Luis Javier Crisóstomo
Guatemala llora la muerte de sus hijos por la erupción del volcán de Fuego. Otra vez la naturaleza golpea a los pobres. Hay compatriotas inconsolables porque han perdido de un momento a otro a 10, 20 o más familiares. Para los sobrevivientes de la tragedia queda la esperanza porque están vivos y emprenderán una lucha para soportar el dolor por los que ya se fueron y seguir desvelándose por imaginar cuál será el futuro y dónde vivir cuando ya no se tiene nada más. El contenido del recuerdo de los sobrevivientes es que su comunidad ya no existe, lo que tenían quedó bajo lava y muchos vecinos ya no están.
Las lágrimas derramadas por sufrimiento debido a la muerte, marginación, exclusión, el ser ciudadano de última categoría deben llevar a las autoridades del más alto nivel del país y al liderazgo nacional a revisar los puntos obscuros que no están funcionando en cuanto a fundamentos, estructura y servicios con que cuenta el Estado de Guatemala para garantizar la vida de los guatemaltecos y guatemaltecas.
Guatemala ha sufrido y sigue sufriendo. Terremotos, deslaves, erupciones, desbordamiento de ríos, inundaciones, huracanes y sequías que hacen escasear alimentos en el país. Estos hechos obligan a presidentes y otros funcionarios a visitar los lugares más recónditos y vulnerables, hay ofrecimientos pero hay riesgos de que solamente son palabras. Después de todo, dónde deben vivir los sobrevivientes con seguridad para evitar después otra tragedia. Los empobrecidos también tienen derecho a vivir dignamente, mientras llegan las transformaciones que el país necesita. Los hechos naturales no son fáciles de olvidar en la memoria de los pobres porque logran conocer las autoridades de gobierno que después de transcurrido los años no se sabe más de ellos. Mientras las manifestaciones de destrucción y muerte permanecen físicamente por años porque las familias carecen de recursos para levantar nuevamente la aldea que se tenía antes del desastre.
En el interior del país, hay casos donde el descaro se impone sobre el dolor de las personas debido al protagonismo de actores que impide la coordinación de esfuerzos para iniciar y enviar de manera rápida la ayuda para los damnificados, tampoco se puede descartar que hay quienes se apropian de la ayuda que llega de otros pueblos y no faltará alguien que esté guardando estos productos para la próxima campaña electoral. Todos los ciudadanos de Guatemala no deben olvidar que mientras la erupción sepultaba a hermanos guatemaltecos, varios diputados estaban ocupados para fomentar la impunidad, la corrupción y el derrumbamiento de nuestro país. Es impresionante ver la actitud de estos diputados que no comprenden el lenguaje de las lágrimas de su pueblo y no tienen la sensibilidad de estar al lado de la población en momentos críticos. Y las autoridades locales en qué invierten su tiempo y a qué dedican su administración, para qué usan los recursos públicos y cuánto de esto dedican a la mitigación del impacto de desastres naturales.
Es urgente que las autoridades específicas del gobierno establezcan un programa que oriente a la población guatemalteca cómo actuar ante alguna eventualidad que la naturaleza manifieste en cualquier momento y lugar. Corresponde al Estado de Guatemala proteger la vida de la población de todas las edades, sin distingo de etnia, afiliación política o religión. Las instituciones responsables deben organizar, orientar y acompañar a la población cuando el caso amerite, de manera rápida, con orientaciones claras y procedimientos sencillos que pueden salvar vidas con éxito.