De la era de la información a la era de la interpretación por Giovanni Tobar
Se le ha dado en llamar la era de la información al periodo que sucedió a la era espacial y que va ampliamente ligada al desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación, se estima que inicio en la segunda mitad del siglo XIX con la invención del teléfono y la telegrafía y que salto cualitativa y cuantitativamente con la red de internet global.
Para el sociólogo británico Anthony Giddens, hasta hace algunos años, las fronteras entre la dimensión local y la dimensión global estaban bien definidas, ahora según este cientista social, los límites son cada vez más débiles dado el flujo masivo de información que circula mili segundo a mili segundo por los distintos medios.
Esta avalancha de datos y el constante torbellino de símbolos en contextos tan complejos, convulsos y dinámicos como los actuales, hacen que necesariamente hagamos un llamado a despertar o estimular nuestro sentido de la interpretación, así como para desarrollar nuestra disponibilidad mental de escrudiñar lo que hay detrás de la información a la cual tenemos acceso.
De acuerdo a la real Academia Española, interpretar se refiere al hecho de explicar acciones o sucesos que pueden ser entendidos de diferente manera. Por ejemplo si se presenta a un niño bien alimentado con cierta escolaridad y cultura general la figura del famoso pato Donald, seguramente la relacionara con Walt Disney.
Sin embargo si se presenta ese mismo pato a un niño de los lugares donde hay desnutrición crónica en Guatemala, probablemente se le haga agua la boca imaginando el sabor que tendrá esa ave asada o en un delicioso guiso. Ninguna de las interpretaciones es correcta o incorrecta, cada una responde al contexto o realidad de quien la ve.
De la misma manera podrían seguirse enumerando ejemplos como el anterior, pues en sociedades como la guatemalteca donde el sentido y análisis crítico no es una virtud que se ejercite en las familias o en los sistemas educativos, no siempre se interiorizan frases como las del eco teólogo brasileño Leonardo Boff, quién muy bien apunta que “cada punto de vista, es probablemente la vista desde un punto”, vaya sabiduría.
Por ello, mucho más valiosos que ese torbellino de datos que inundan nuestro espacio real y virtual en cada momento, es interpretar esos datos bajo su contexto en sus múltiples dimensiones. Dimensiones territoriales, socioeconómicas, culturales, generacionales, por mencionar algunas. Lo anterior en el marco del mayor respeto posible pues finalmente cada elemento que vemos o leemos simple y sencillamente es la visión de algo o de alguien, no tiene por que ser correcto o incorrecto, es simplemente la comprensión de su algo.
Ponerse en el lugar de quien escribe un texto o bien emite una opinión y comentario, analizando ampliamente su contexto, puede ser un buen ejercicio para comprender la dimensión de sus pensamientos. Bien cabrían ejercicios de este tipo en momentos socialmente complicados para buscar soluciones a los problemas más graves del país conciliando las diferentes interpretaciones que existen de Guatemala.
La urbana, la rural, la migrante, la mafiosa, la virtuosa, la emprendedora, la empresarial, la política, la socialista, la capitalista, en fin todas son una misma Guatemala pero con diferentes interpretaciones sobre su pasado, su presente y lo más triste, muchas veces sin la más vaga posibilidad de futuro.