Esquipulas, una apuesta estratégica más allá de la fe por Giovanni Tobar

Más allá de la fe, creencia o religión que se practique, debe reconocerse la riqueza cultural que significa para un país la valoración de sus tradiciones y fiestas patronales.  Sería importante indagar si alguna cámara empresarial, autoridades del MINECO, INE o del INGUAT realizan estadísticas periódicas sobre el flujo económico que se mueve alrededor de cada una de estas celebraciones, seguramente nos sorprenderíamos con los números que se mueven alrededor de las conocidas “ferias del pueblo”.

En el caso de Esquipulas, mejor  conocido como la “Capital Centroamericana de la Fe”  la tradición de visitar al “Cristo Negro”, lleva más de 400 años y solamente entre el 9 y el 18 de enero de cada año, el INGUAT estima que es visitado por más de 100,000 feligreses, provenientes de diferentes países, principalmente México y Centroamérica, en esta  semana se infiere una derrama económica de más de  10 millones de Dólares, fortaleciendo con ello la economía de los lugareños y su respectiva cadena de suministros, con lo cual trasciende a otros poblados y ciudades.

Declarado como “Patrimonio Intangible de la Nación”, esta tradición tiene un alto poder de convocatoria, tal y como lo demuestran los números, los cuales se quedan chicos si hacemos una mirada prospectiva al potencial manifiesto de Esquipulas que ya en el año 1986 y 1987  estuvo en los ojos del mundo al ser la sede del plan que sirvió para establecer el procedimiento que pusiera fin a los conflictos armados que azotaban a Guatemala, El Salvador y Nicaragua, por lo que también se le conoció por aquellos años como la Capital Centroamericana de la Paz.

Pese a los dispositivos de seguridad y asistencia que promueven las autoridades, en los días cercanos a la celebración patronal, esos servicios y la infraestructura actual se queda muy corta con los servicios que pueden observarse en sitios de similares características como es el caso de la Basílica de Guadalupe en México, la festividad de Fátima en Portugal o la Plaza de San pedro en el Vaticano.

Guardando las distancias en el amplio sentido de la palabra, los tres ejemplos citados pese a su misticismo y religiosidad, rebasan por mucho las fronteras de la fe ya que anualmente estos lugares  convocan a millones de personas de todo el mundo también desde una óptica cultural.

En los tres ejemplos en cuestión se observa una fuerte intervención del Estado por medio de autoridades locales y nacionales que visualizaron en dichos sitios la oportunidad de enfocarlos culturalmente al mundo.  Alrededor de los mismos existen fuertes inversiones en infraestructura física en sistemas intermodales de transportes, seguridad encubierta, amplia red de servicios, construcción de museos donde se mezcla el arte con la fe y se obtienen múltiples beneficios.

En estos casos no hace falta invertir millonarias cantidades en promoción turística puesto en todos los casos ya se cuentan con siglos de tradición cuya marca destino trasciende fronteras y continentes. La gran diferencia radica en la infraestructura de servicios alrededor de los visitantes.

Las autoridades de aviación civil en Guatemala han iniciado con los trabajos del aeródromo de Esquipulas como parte de la Ruta Maya que conllevara a Copan y Tikal respectivamente, bien por esta apuesta estratégica.  Sumado a lo anterior, autoridades locales y nacionales deben acompañar este esfuerzo con inversiones en la construcción de infraestructura turística que brinde seguridad, facilidades de movilidad y comodidad a los visitantes.

Si hecho lo anterior sobra dinero que se haga promoción publicitaria, pues muchas veces es en esto último en lo que más se gastan recursos, pero este es el último eslabón de la cadena y no necesariamente ni el primero ni el más importante.

A su vez deben crearse las condiciones para alentar inversiones extranjeras de calidad, dado que tristemente muchos “grandes empresarios chapines” que tienen el suficiente capital para realizarlo, no quieren o no les interesa este tipo de apuestas en el interior del país, las cuales son a mediano o largo plazo y que definitivamente conlleva por mínimo que sea algún nivel de riesgo.

Tristemente muchos de nuestros grandes empresarios prefieren sacar sus dineros del país para que en otros lares se trabaje con éste para desarrollar regiones u otros sectores y por supuesto recibir la respectiva ganancia, esta es una realidad marcada por un sentimiento económico más no del desarrollo nacional.

Esquipulas es una marca destino que bien merece la pena la apuesta completa del Estado y deben generárseles las condiciones para convertirlo en un destino de primer nivel en la región, pensemos en los empleos y las ganancias que se generarías y cuantos poblados circunvecinos se beneficiarían de esta apuesta estratégica.

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Ignacio EspañaComentario