Julio Hernández - Sospechoso exabrupto de embajador colombiano en Guatemala
José Rubén Zamora, director de El Periódico, le llama la “Bestia” a Carlos Manuel Pulido, embajador de Colombia en Guatemala. ¿Por qué? En la fiesta de celebración de la reunificación de Alemania, , en casa del embajador de Alemania, este “disque” embajador, tuvo un exabrupto con Manfredo Marroquín, director de Acción Ciudadana fue “embestido, agredido, humillado e insultado por el embajador de hojalata, Pulido, que frenético experimentaba paroxismo de violencia, por el compromiso inquebrantable de Marroquín del contenido de las columnas que escribe en El Periódico acerca de la corrupción y señalamientos al gobierno de Jimmy Morales. ¿Por qué responde un embajador de esa manera? La única explicación plausible, es la conexión que tiene con el ejército de Guatemala y con el gobierno de Jimmy Morales, pero lo más sospechoso es la posible conexión con el crimen organizado, narcotráfico colombo-guatemalteco. ¿No seria mejor que este embajador se dedicara de tiempo completo a sus negocios? A este flamante embajador que denigra la representación colombiana en la diplomacia, se ha solicitado retirarlo de sus funciones, y se le ha declarado “Non grato”.
Se supone que la diplomacia es el arte de lo posible. Cuando se manda a la “Chingada” a una persona, se va contenta y deseosa de llegar. ¿Qué necesidad tiene Pulido, de poner la cara y la furia contra Marroquín? Este supuesto embajador, no es joven, es una persona madura, de la tercera edad, quizás inmaduro, descarado, cínico, intolerante, en un país donde la tolerancia es necesaria. La pregunta obligada es ¿A quién representa Carlos Manuel Pulido? Al gobierno colombiano, no. Eso quedo demostrado en la reunión diplomática, en casa del embajador de Alemania. Las respuestas son variadas, y todas van dirigidas al mismo lugar. Por otro lado, es incongruente que este embajador de pacotilla, se manifieste de esa manera, cuando su paisano Iván Velásquez, Alto Comisionado de la CICIG, un ente que tiene todas las glorias mundiales por su implacable resultado contra la corrupción en Guatemala. ¡De todo hay en la Viña del Señor!
Ser amigo declarado del ejército de Guatemala y miembro honorario de las fuerzas especiales de Kaibiles, no es una honra, sino al contrario. Y este embajador, muestra con orgullo esas insignias. ¿Es una confesión de sus nexos más negros en Guatemala? La otra pregunta que queda en el aire es; ¿Cómo es posible que Colombia, país amigo de Guatemala, haya enviado a esa joyita de embajador? Una posible respuesta, es que no fue el gobierno que lo envió, sino fuerzas obscuras del poder paralelo de Colombia. Su labor, no es totalmente de embajador, sino vigilar negocios más rentables que las relaciones bilaterales entre dos países hermanos. En general, los embajadores, por principio, no se meten en política interna del país donde radican. En segundo lugar, no hacen esos desmanes en fiestas diplomáticas, y menos en casa ajena. Este señor, perdió los estribos, y aún no los encuentra. Ojalá el gobierno colombiano, sea más sensato que él y lo retire de inmediato de Guatemala.