Giovanni Tobar Guzmán - Claudia Patricia Gómez Gonzales, por favor perdónanos.
La muerte de Claudia Gómez, provocada por el disparo de un agente de la patrulla fronteriza de Estados Unidos el pasado 23 de mayo debe ser un parte aguas en la sociedad guatemalteca. Más que una estadística, debemos dimensionar que esta es la tragedia a la que anualmente se enfrentan miles de niños, jóvenes y adultos que emprenden la desventura de su vida, con una mochila al hombro, armada únicamente con valor e ilusiones. Una mochila rota, por donde se van cayendo todas las expectativas a lo largo que se avanza en un camino la mayoría de veces sin retorno.
Si de buscar culpables se trata, no miremos solo al norte, no se trata de la política migratoria del Sr. Trump, ni de la xenofobia del agente fronterizo que halo el gatillo y disparo por la espalda certeramente en la cabeza de Claudia, se trata más bien de la imposibilidad de esta sociedad guatemalteca de construir en sus casi 200 años de emancipación política de los españoles un verdadero Estado Nación que garantice a sus habitantes el derecho a la oportunidad de vivir dignamente.
La construcción de un verdadero Estado Nación más que una utopía, debe ser la principal consigna de una sociedad que aspire al bienestar de su gente, de superar su actual realidad en la cual muchos connacionales huyen de la pobreza, de la violencia de las bandas criminales y redes de narcotráfico metidas hasta el tuétano en todo el territorio nacional, porque en una relación inversamente proporcional, a falta de presencia del Estado mayor proliferación del crimen y mayor vulnerabilidad de las personas honradas.
Personas que muchas veces a lo único que aspiran en sus poblados es poder tener un trabajo con el cual pagar el alquiler del cuarto y comer los tres tiempos de comida sus frijoles, la tortilla y cuando alcance, el huevo con chirmol y aguacate. No es con políticas de asistencialismo que estas personas saldrán adelante es con un verdadero acceso a las oportunidades de educación, salud, vivienda y trabajo digno.
Bien convendría releer la obra “El Mínimum Vital” de Alberto Masferrer, como ensayo político y filosófico que recoge entre otras las ideas de José Ortega y Gasset. Uno de los puntos más valiosos de la obra son los elementos en los cuales el autor explica y aclara sobre la vida humana y como sin la ayuda y cooperación de todos no es posible la convivencia social. Esta obra hace un llamado a quienes están al frente de la nación, que su finalidad primordial y predominante debe ser procurar la satisfacción de las necesidades de todos los habitantes del país.
No es con campañas mediáticas ni con amenazas que la gente dejara de huir de su realidad actual, es con un verdadero esfuerzo de impulsar el Desarrollo Rural en Guatemala, solo de esta manera podrá evitarse que nuestra gente emigre no solo al norte, sino a los barrancos y áreas marginales de la ciudad de Guatemala o cabeceras departamentales, donde vivirán precariamente.
Promover el Desarrollo en las áreas rurales de Guatemala es promover la vida y el equilibrio en todos los elementos del conjunto de país. Lo anterior conlleva una visión de Estado para optimizar el uso de los bienes y servicios ambientales, potenciar las capacidades humanas locales y una agresiva campaña para el fomento de inversiones público-privadas de guatemaltecos y extranjeros. Para resultados a mediano plazo, debe continuarse lo obrado en esta línea e iniciarse donde hace falta. Que la muerte de Claudia nos genere una profunda reflexión social y sea un punto de inflexión que pueda orientar esta tendencia de la curva.
La muerte de Claudia Gómez, provocada por el disparo de un agente de la patrulla fronteriza de Estados Unidos el pasado 23 de mayo debe ser un parte aguas en la sociedad guatemalteca. Más que una estadística, debemos dimensionar que esta es la tragedia a la que anualmente se enfrentan miles de niños, jóvenes y adultos que emprenden la desventura de su vida, con una mochila al hombro, armada únicamente con valor e ilusiones. Una mochila rota, por donde se van cayendo todas las expectativas a lo largo que se avanza en un camino la mayoría de veces sin retorno.
Si de buscar culpables se trata, no miremos solo al norte, no se trata de la política migratoria del Sr. Trump, ni de la xenofobia del agente fronterizo que halo el gatillo y disparo por la espalda certeramente en la cabeza de Claudia, se trata más bien de la imposibilidad de esta sociedad guatemalteca de construir en sus casi 200 años de emancipación política de los españoles un verdadero Estado Nación que garantice a sus habitantes el derecho a la oportunidad de vivir dignamente.
La construcción de un verdadero Estado Nación más que una utopía, debe ser la principal consigna de una sociedad que aspire al bienestar de su gente, de superar su actual realidad en la cual muchos connacionales huyen de la pobreza, de la violencia de las bandas criminales y redes de narcotráfico metidas hasta el tuétano en todo el territorio nacional, porque en una relación inversamente proporcional, a falta de presencia del Estado mayor proliferación del crimen y mayor vulnerabilidad de las personas honradas.
Personas que muchas veces a lo único que aspiran en sus poblados es poder tener un trabajo con el cual pagar el alquiler del cuarto y comer los tres tiempos de comida sus frijoles, la tortilla y cuando alcance, el huevo con chirmol y aguacate. No es con políticas de asistencialismo que estas personas saldrán adelante es con un verdadero acceso a las oportunidades de educación, salud, vivienda y trabajo digno.
Bien convendría releer la obra “El Mínimum Vital” de Alberto Masferrer, como ensayo político y filosófico que recoge entre otras las ideas de José Ortega y Gasset. Uno de los puntos más valiosos de la obra son los elementos en los cuales el autor explica y aclara sobre la vida humana y como sin la ayuda y cooperación de todos no es posible la convivencia social. Esta obra hace un llamado a quienes están al frente de la nación, que su finalidad primordial y predominante debe ser procurar la satisfacción de las necesidades de todos los habitantes del país.
No es con campañas mediáticas ni con amenazas que la gente dejara de huir de su realidad actual, es con un verdadero esfuerzo de impulsar el Desarrollo Rural en Guatemala, solo de esta manera podrá evitarse que nuestra gente emigre no solo al norte, sino a los barrancos y áreas marginales de la ciudad de Guatemala o cabeceras departamentales, donde vivirán precariamente.
Promover el Desarrollo en las áreas rurales de Guatemala es promover la vida y el equilibrio en todos los elementos del conjunto de país. Lo anterior conlleva una visión de Estado para optimizar el uso de los bienes y servicios ambientales, potenciar las capacidades humanas locales y una agresiva campaña para el fomento de inversiones público-privadas de guatemaltecos y extranjeros. Para resultados a mediano plazo, debe continuarse lo obrado en esta línea e iniciarse donde hace falta. Que la muerte de Claudia nos genere una profunda reflexión social y sea un punto de inflexión que pueda orientar esta tendencia de la curva.