Juan José Gregorio - Israel, Un Pueblo Milenario

Israel es un pueblo milenario, con profundas raíces histórico- religiosas; adoradores de un solo Dios. Su historia se remonta aproximadamente por los años 1800 antes de Cristo, cuando Jehová llamó a Abraham, de Ur de los Caldeos, para que se trasladara a Canaán,  una tierra que él no conocía, para que fundara una nación que hoy se conoce como Israel.

Esta no es una leyenda ni una parábola, como algunos piensan, para restarle importancia a la narración bíblica de este gran pueblo de Dios. La historia sagrada nos presenta la vida de Abraham con un gran número de detalles familiares. Por ejemplo: en Génesis capítulo 11, versículos 10 al 29 nos toda la genealogía de sus antepasados. De manera que él podía saber perfectamente toda su genealogía desde Sem, hijo de Noé. Él sabía perfectamente que Serug había sido su bisabuelo, que Nacor era su abuelo y Taré era su padre. Nacor y Harán eran sus hermanos. Harán murió y quedó un hijo de él el cual se llamaba Lot. La esposa de Nacor se llamaba Milca, que también era hija de Harán. Y la mujer de Abraham era Sara.

También el lugar, Ur de los caldeos,  donde nació y creció Abraham, de donde Dios lo llamó, según la historia bíblica, para emigrar a Canaán, hasta hoy día es fácil de ubicar. La mayoría de los intérpretes están de acuerdo que quedaba en la ribera del río Éufrates, como a 140 millas al sur de la metrópoli de la antigua Babilonia. Como a 200 millas al sureste de Bagdad, la capital del actual país de Irak.

De allí, de Ur, llamó Jehová a Abraham para que fundara una nación que adorara al Dios UNO y verdadero, la nación que hoy es Israel. Cuando Dios llamó a Abraham tenía 75 años (Génesis 12:4).  “Salió él con su esposa Sara para ir a la tierra de Canaán, y a la tierra de Canaán llegaron” (Génesis 12:5).

El lugar donde llegó primero fue Siquem (Génesis 12:7).  Ahí levantó un altar, y Jehová se le apareció, y le dijo: “A tu descendencia daré esta tierra.” El segundo lugar donde instaló su tiende fue Bet-el. Ahí también levantó un altar y adoró a Jehová. El tercer lugar donde edificó su tienda fue en el encinar de Mamre, en Hebrón, al sur del territorio de Canaán. Pero, antes de esta tercera vez, Jehová  había dicho a Abraham: “Alza tus ojos y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y hacia el sur, al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Levántate, ve por la tierra a lo largo y ancho de ella, porque a ti la daré (Génesis 13:14-15, 17).

De manera que, Abraham tuvo un panorama geográfico bastante completo del territorio donde viviría su descendencia, para siempre. Adoradores del Dios UNO, el Dios de Israel. Una nación bendita de Jehová.

Pero el propósito de Dios no fue el formar un pueblo para que disfrutara de su bendición de una manera egoísta, sino para que en él fueran benditas todas las familias de la tierra (Génesis 12:3). En otras palabras, para que Israel fuera luz a las naciones.

Para el pueblo cristiano, esto ya se cumplió con la venida del Mesías, el Cristo. Porque, de acuerdo con Mateo 1:1, Jesús, como humano, era hijo de Abraham. Pero, de acuerdo con el Evangelio de Lucas 3:38, Él era Hijo de Dios también, porque fue engendrado en el vientre de María, por obra del Espíritu Santo (Lucas 1:35).

De manera que, Israel es un pueblo milenario, con una genealogía histórica completa, que comienza con Abraham, y tiene su culminación en Jesucristo (Mateo 1:1-16), quien vino a ser luz a las naciones, En Juan 1:4 dice: “En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.” De esa manera se cumplió lo que Dios le dijo a Abraham, que en la descendencia de él “serían benditas todas las familias de la tierra.”            

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