Juan Callejas - Repensar lo humano… para educar
Hoy, para muchos, una gran mayoría quizá sin percatarse de ello, la vida se nos va de las manos, nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos, tal cual se ha venido enseñando – entrenando en alguna medida - en las escuelas de occidente ya por muchos siglos. Enseñanza que antes de hacernos imagen y semejanza de Dios, nos hace imagen y semejanza de todas las otras criaturas sobre la tierra, también creadas por Dios, pero nunca pensada como el ser humano fue pensado: más cerca de los ángeles que de los bellos animalitos, árboles o florecitas que también, nacen, crecen se reproducen y mueren.
La vida y la libertad de un ser humano en estos tiempos post modernos, paradójicamente lucen valer menos aún que en la edad media. Gran contraste con la idea del mundo científico que ha venido trabajando para lograr la cura de muchas enfermedades que han amenazado con la vida de uno y miles de seres humanos sobre la tierra. Gran contraste también con las batallas libradas por los hombres, algunas pacíficas y otras no tanto, para lograr liberarse de la esclavitud y discriminación de unos hacia otros. Gran contraste también con las grandes causas que en la historia de la humanidad llevaron a las naciones a su famosa Declaración Universal de los Derechos del Hombre, base también de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
El ser humano es sin duda alguna, la creación más compleja de Dios. Una creación convocada a co-crear para terminar la obra de Dios aquí en la tierra; tarea que se desprende del capítulo 1, versículos del 27 al 28 del libro de Génesis: “ 27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.”
Para quienes creemos firmemente en la Antropología Cristiana y valoramos con discernimiento lo escrito en la Biblia, no se puede escapar al entendimiento de que en ninguna parte de lo enunciado en los versículos de Génesis 27 y 28 se establece alguna relación de dependencia o de dominio explícito o tan solo sugerido del hombre sobre el hombre. Al contrario, siendo un mandato dado a todos los hombres que hemos habitado, habitamos y seguirán habitando muchos millones más de seres humanos sobre la tierra, se puede inferir que todos los seres humanos hemos de cooperar con nuestro talento, nuestro trabajo y todos los recursos disponibles en la creación de un mundo cada vez más rico, generoso y amigable con todos, directamente y en justicia, en relación con nuestro esfuerzo y dedicación en esa actitud de cooperación. ¿En donde se podría interpretar que somos llamados a competir?
Es aquí, cuando y donde, la educación se torna el eje central desde el cual, los padres tenemos la responsabilidad de formar en nuestros hijos, desde que están en el vientre de su madre, las virtudes que generen un carácter que propenda hacia su formación humana, tal cual quedó asentado en el artículo: El hogar como escuela de humanidad. En esta labor, el acompañamiento de la iglesia institucional se hace necesario y e indispensable, siempre desde el credo que en el hogar se practique y desee vivir de acuerdo a la decisión de los padres de familia.
Teniendo esta formación como base e identificando en cada niño o niña sus naturales potenciales, esas, hacia las cuales su natural vocación le inclina, se hace relevante la creación de un Sistema Educativo en el que, desde sus primeros años, le permitan al niño junto a sus padres, descubrir esa riqueza de vocación natural que le debe ser propia y única para su vida, puesto que si de algo hemos de estar seguros, es, de la entrega por Dios de capacidades y competencia naturales que le permitirán al niño en su crecimiento, encontrar la forma de transformar su realidad e identificar en ello la trascendencia de vida en servicio hacia el resto de la humanidad.
Volver a ver con profundo respeto y consideración el valor de lo humano en nuestros niños y niñas para diseñar un proceso educativo de valor y descubrimiento de sentido en la vida social que le tocará vivir, es parte de la necesidad de repensar las ideas que nos lleven desde un inicio al aprender a aprender y aprender a vivir juntos, como paradigmas del nuevo modelo educativo que buscamos.
Y, ¿Qué decir del docente?, ¿De ese maestro por vocación que hemos de buscar?