Cesar Sagastume - Ataques judiciales entre funcionarios y acciones cosméticas entretienen el verdaderos quehacer del estado
Ofensivas jurídicas de funcionarios deben ser de oficio, distraen al Estado, descuidando ejecutar proyectos de trascendencia.
Hasta la saciedad el pueblo está cansado de escuchar acusaciones entre los funcionarios púbicos que se hacen señalamientos por el incumplimiento de sus funciones, de cometer errores administrativos, de procedimientos y de omisión, de abusos de autoridad, de corrupción, falta a su juramento de respeto a la Constitución Política de Guatemala, que suenan a aberraciones de los tres poderes del Estado. Que de hecho deben ser castigados en la aplicación de las leyes y normativas que nos rigen y que ha propiciado el desgaste del tiempo y los recursos que deben ser bien utilizados para hacer la mejor gobernanza institucional.
Entre los tres poderes del Estado, el poder legislativo utiliza el tiempo para hacer defensas de los reiterados antejuicios, interpelaciones, el juego de aprobar leyes que favorece a los poderosos para esconder el beneficio social, para nunca beneficiar al soberano pueblo, aprobando leyes que se ajusten a la medida de las acciones perversas que pisotean la democracia que la mayoría de veces son vetadas por ser inconstitucionales.
El Organismo judicial de hecho debe cumplir con sus funciones de aplicar las leyes obviando las componendas y negocias que se hacen para alcanzar autoridad y pagar favores por ser electos; esquivando la aplicación las mismas, que castigan al que ha faltado al comportamiento moral y ético que la sociedad demanda para la convivencia de democracia, para mantener el orden del comportamiento ciudadano, principalmente de los que ostentan el poder, producto de la elección lectoral que se celebra cada cuatro años.
La tarea primordial que el Estado le encarga al poder ejecutivo, es realizar proyectos que sirvan para mejorar las condiciones de vida de todos los ciudadanos. El estado se mantiene en deuda con el pueblo, al dejar de ejecutar proyectos que trasciendan en el desarrollo para promover el bienestar de todos. Se ha olvidado de hacer proyectos que brindar oportunidad de trabajo a miles de jóvenes, que constituyen la fuerza laboral que cada año se desperdicia.
El estado ha desatendido de formar una sociedad productiva que mejore el producto interno bruto, olvidándose de conformar grupos de académicos y pensadores para diseñar proyectos de trascendencia que minimice que la juventud practique actividades ilícitas que provoca la saturación de los centros penitenciarios o bien miles de guatemaltecos que añoran el sueño Americano, cuando podríamos tener mejor suerte para hacer de nuestro país el Taiwán de América.
Reunir a académicos, pedagogos que diseñen programas educativos, para que esa fuerza laboral que egresa cada año se constituya en el capital humano que desarrolle con calidad total. Nutricionistas, que orienten y produzcan los mejores productos alimenticios para minimizar ese alto porcentaje de, para hacer hombres sanos, intelectuales, deportistas y trabajadores que mejore los índices de productividad e instituir Programa agresivos para proteger el ambiente para no destruir los ecosistemas de la primavera Guatemala.
Es el momento de evitar el uso de distractores y cortinas que opaquen la verdadera función del Estado, para enderezar acciones que permitan invertir el tiempo y los recursos para ejecutar planes, proyectos y programas que trasciendan. Es hora de trabajar en procura de ejecutar proyectos de trascendencia para salir del subdesarrollo, creando fuentes de trabajo, mejorando la educación, propiciando una buena nutrición, promover el cuidado ambiental y propiciando la productividad para salir de la pobreza.