Diana Brown - Inteligencia y emoción
“El arte de las relaciones se basa, en buena medida, en la habilidad para relacionarnos adecuadamente con las emociones ajenas.” Daniel Goleman.
Inteligencia emocional: su nombre pareciera ser un oxímoron, ¿Cómo pueden ser las emociones asunto de inteligencia? ¿Cómo estudiar para tener excelsitud en las emociones? ¿Existe una ponderación académica ? Y ¿Esa visión numérica afectará a algún promedio general? ¿Cómo afecta esta inteligencia a la vida diaria de cada persona? ¿Todo ser tiene inteligencia emocional?
La inteligencia emocional, de acuerdo al prócer del concepto, Daniel Goleman, es “la capacidad de sentir, entender, controlar y modificar los estados anímicos propios y ajenos.” (2007). Esta aparente simple definición abre un lente de examen a los comportamientos y la interacción de las personas, permite la comprensión de actitudes y la posibilidad de transformación de estilos de respuesta a situaciones variadas que afectan a la convivencia personal y familiar, escolar y laboral.
Según Goleman, cada persona goza de dos tipos de inteligencia, cognitiva y emocional, las cuales son intrínsecamente entrelazadas por compartir un mismo vehículo, la persona humana. El cerebro, por medio del sistema límbico, complementa las actividades mentales, académicas y físicas con el tinte de las emociones, las cuales otorgan una marcada significación para grabar en el alma de la persona, formando así parte de los conocimientos previos que sirven de suporte para las futuras acciones. La mente pensante y la mente emocional se combinan en el desarrollo del comportamiento; aunque se ubiquen en sitios cerebrales distintos, se configuran como equipo en la reacción de la persona.
De acuerdo al conocimiento y reconocimiento de las emociones , aunado a la comprensión de cómo afectan al actuar, se deriva el concepto de inteligencia emocional, que es conocerse de la influencia de una emoción; saber que éstas pueden provocar respuestas subjetivas, repentinas y no pensadas, sobre todo, cómo ejercen fuerza y, la necesidad de desarrollar destrezas y herramientas para controlarlas.
Otros autores presentan propuestas de distintos estilos de pensamiento e inteligencias; Howard Gardner, quien describe las ahora nueve multiinteligencias, y que se incluye en su propuesta la inteligencia interpersonal, que permite comprender a otras personas, y la inteligencia intrapersonal, que permite el auto conocimiento. Peter Salovey desarrolla la organización de las inteligencias personales en cinco competencias: el conocimiento de las propias emociones, la capacidad de controlarlas, la capacidad de motivarse a uno mismo, el reconocimiento de las emociones ajenas y el control de las relaciones.
Indistintamente de las otras propuestas, gozan de elementos en común, el conocerse a si mismo, en cómo las emociones afectan a las situaciones diarias que a su vez, afectan a las reacciones y luego acciones. ES ahora de las destrezas más solicitadas en la fuerza laboral, el reconocimiento de las emociones y su impacto en las relaciones de equipo, con clientes, con autoridades; el poder pausar cuando sea necesario, a “recalibrar” las respuestas y como estas se comunican, en lo verbal, lo actitudinal, lo corporal; poder frenar reacciones negativas, o encaminarlas en positivas, para afianzar interacciones de crecimiento y no de detrimento.
Estos conceptos y habilidades, de autocontrol, del dominio de si mismo, el entusiasmo aplicado como instrumento maestro de inspiración, factor positivo para aceptar retos y comprender conflictos, en compañía con la empatía, la habilidad de asumir la piel del otro, permiten establecer la base de relaciones pacificas, permitiendo la comunicación con un piso compartido, para arribar a consensos, acuerdos y visiones comunes.
La inteligencia emocional, simplemente definido como la capacidad de reconocer las emociones y como afectan al actuar, como afectan a la familia, la comunidad, la escuela, el colegio, la empresa privada, la empresa pública, todos las rutas de vida de un país.
¿Cómo concientizarla? Las empresas actuales, que contratan personas de la generación milenio y Z, observan que existe una cierta distancia entre los seres humanos, propagada por la tecnología, y el aislamiento del ser humano o su par, y como consecuencia del momento de encuentro, indistintamente siendo de conflicto o no, solo de simple intercambio social. No hay noción de esta inteligencia transcendental en el desarrollo humano.
Existen emociones expansivas, emociones restrictivas; emociones sanas, emociones tóxicas; se pueden complicar con cruces entre si, pero lo más certero y constante, es que las emociones complementan constantemente las acciones de los seres humanos, y se debe ser consciente de ello para el encausar las emociones en positivo.
¿Cómo entonces confrontar y empatar? ¿Cómo crear conocimiento y competencia de influencia sobre las emociones; cómo aprehender destrezas de control de las emociones? Desde el hogar en primera instancia; luego las aulas de preprimaria; con refuerzo en los grados de primaria, y con dominio en los grados de secundaria. No se queda allí; para que este camino trascendente se dé, dentro de la formación inicial docente, para los docentes de todos los niveles educativos, se tiene que incluir cursos específicos de inteligencia emocional. No un curso corto, no una capacitación; cursos estructurados sobre el aspecto empático, el conocimiento del ser humano, comprender las neurociencias y de las herramientas de detección de las emociones, y la modificación de las negativas.
Las exigencias de la fuerza laboral han cambiado; las nuevas generaciones gozan de una visión distinta del futuro. El requerimiento de trabajar en grupo, colaborativamente, no puede existir sin un conocimiento de la persona y cómo impulsan las emociones en su actuar. Esto no puede suceder sin educación, sin fortalecer a las familias, sin enfatizar los valores y sobre todo, sin un cambio profundo y radical del sistema educativo nacional.
La inteligencia emocional debe ser factor transversal y permanente en el sistema educativo, solo así se podrá guiar al alumno en su caminata por la ruta del conocimiento; como resultado idealmente habrá una población que actúe con conocimiento, madurez, cambio, dispuesta a dialogar y lograr consensos.