Cristóbal Pérez-Jerez - México en el fin del mundo
El 1 de julio México estremeció al mundo. Sucedió lo que todos esperaban, y nadie quería en el planeta. Al notar el arrollador triunfo de la izquierda mexicana en las elecciones. Tanto en Guatemala, Honduras y El Salvador, los gobiernos quedaron paralizados. Ninguno de sus vecinos del sur pudo reaccionar. Las potencias muestran sus colmillo. Aunque no les guste toman lo que los hechos dan y reaccionan buscando acomodarse a las nuevas realidades, Trump fue el primero en saludar al nuevo presidente de México. Deseando que su triunfo permita negociar de mejor forma las diferencias en temas de intercambio comercial, migraciones y gestión del problema del narcotráfico.
El irreverente comentarista del New York Times, Martín Caparrós, estableció que parecía, solo parecía que en México todo había cambiado. Durante la noche se conoció el aplastante triunfo de Morena, un lindo nombre para un partido de un país multirracial. A la mañana siguiente en el opiáceo campeonato mundial de fut, México buscaba cambiar la historia frente a Brasil y llegar al quinto. https://www.nytimes.com/es/2018/07/02/martin-caparros-mundo-mundial-21/?action=click&clickSource=inicio&contentPlacement=2&module=toppers®ion=rank&pgtype=Homepage.
Caparrós concluyó, solamente cambió lo que importa. Este feroz analista nos deja una hipótesis devastadora, el nuevo gobierno mexicano puede cambiar la historia de sus relaciones con Estados Unidos. Lo puede hacer desde el discurso desgastado de culpar de todo al imperialismo y el neoliberalismo. O puede jugar con el tiempo a su favor. Saber que la calidad de vida superior del vecino del norte es el resultado de una organización social y económica superior y que el sueño no es derrotarlos y que se esfumen misteriosamente. No el objetivo de México debiera ser estar lejos de Dios y más cerca de un capitalismo democrático, que permita gastar el 10% del PIB en educación primaria y secundaria, eliminar el ejército y garantizar el pluralismo político en la toma de decisiones.
El tiempo juega a favor del que tiene un sistema económico social más avanzado. Hay que reconocer cuales son las cualidades del vecino y sus defectos. No hay que someterse a la agonía de que siempre te ganen. México tiene la gran oportunidad, desde la izquierda, de construir una nación que supere a Estados Unidos, en legalidad, lucha contra la corrupción, generación de empleos competitivos, ampliación de la competencia en los mercados, gasto eficiente del gobierno, sí López Obrador quiere pasar a la historia como el mejor presidente de los mexicanos, tiene convertir a México en un país más rico, más solidario, más eficiente, más unido y más inteligente.
Del otro lado del planeta, donde rueda el balón en medio de las sorpresas. El analista Lazar Jeifets, https://mundo.sputniknews.com/america_del_norte/201807031080085388-amlo-presidente-electo-mexicano/, se orienta a estudiar los obstáculos que enfrentará el programa de cambio del nuevo gobierno norteño. El primer obstáculo será conciliar las duras realidades de que México es un país capitalista semifeudal, en donde los grandes propietarios de la tierra y las empresas dominan completamente el panorama, con sus ramificaciones de tráfico de estupefacientes, la alianza de un ejército y una iglesias que son fundamentales para el control de la población y en el lavado una influencia mundial del sector financiero-bancario que mueve cantidades siderales de dinero. Todo esto frente a la ilusión de la población y la izquierda de que pueden realizar transformaciones de este sistema oligárquico sin tocar a los grupos poderosos que pueden darle un vuelco violento a la situación.
Tenemos la promesa y la ilusión votante, que le dio más del 55% de los votos al nuevo presidente, y el control casi absoluto de las dos cámaras de los congresos y de las municipalidades de todo el país, con excepción de una oveja “negra” (o blanca, o mestiza, o india u oriental), de solucionar los problemas desde el punto de vista de las mayorías, desde la visión de la revolución, pero con el compromiso de no cambiar nada, no presionar a las corporaciones privadas y no nacionalizar las empresas estratégicos. Un rompecabezas difícil de armar. Pero que de lograr superarse será la visión de la nueva izquierda americana.
El segundo obstáculo será sacar a México de la lógica de la violencia y la criminalidad descarada. Pero no aplicando la fuerza que conduce al recrudecimiento de la barbarie, sino atacando las causas de la enorme masa de población en estado de pobreza.
¿Pasará la solución de izquierda por las carpas de la Casa Blanca? Es una gran intriga que se resolverá en el corto plazo. Por lo pronto López Obrador abre la esperanza de construir en América un nuevo país democrático, pacífico, sin ejército, con gasto elevado en educación y con una cultura inclusiva, solidaria y progresista. Veremos que dice la historia.