Werner R. González - Modernización fiscal en nombre de la democracia -parte I-
A raíz del artículo “Atención al público, 1er peldaño para una reforma fiscal” publicado el pasado 3 de julio 2018, recibí diversos comentarios. En uno de ellos, hecho por varios lectores de este espacio de comunicación, coincidían exteriorizar que la parte en la que planteo: “… en este sentido, el primer peldaño a superar en la reforma fiscal, es la atención decorosa al púbico usuario que con su tributo aporta al desarrollo social del país: sería de gran valor que la intendencia a cargo de la asistencia al usuario de la SAT, revise y ponga en práctica metodologías que agilicen la administración interna relacionada con el servicio y atención al público”. Para que la expresión «Atención al Público» no quede débil, es necesario indicaron, asociarla al tema cultural del país, vinculándola con la modernización del Estado. En consecuencia, hemos creído conveniente profundizar en la importancia de la cultura dentro del Sistema Gubernamental.
Así, en el presente artículo, entenderemos por cultura: “La percepción que tenemos del mundo; vista como la forma en la que accedemos al otro, a la posibilidad que tenemos de llenar el espíritu -unos a otros- de una sensibilidad bondadosa fuente de nuestro comportamiento y la herramienta para manejar el buen vivir en la sociedad”. “Es el aprendizaje diario de la generosidad y del respeto común”. Tomado de Benjamín Carrión -CCE-. Si estos preceptos son válidos; entonces, la cultura es el eje transversal de toda transformación social; y como tal «La Cultura Organizacional» debería formar parte de la Atención al Público Usuario de las instituciones gubernamentales y en general de las agencias privadas (empresas, ONG, fundaciones, sindicatos) y todo aquello que esté relacionado con la interconectividad social generada mediante el intercambio de bienes y servicios que se prestan o se otorgan al púbico usuario.
Igualmente, la cultura en su calidad de expresión y forma de vida de un pueblo, abarca también a la economía. La economía, como forma de producir y distribuir es una expresión cultural. La cultura económica incluye lo que se produce (bienes y servicios, capitales, medios de vida; etcétera) pero fundamentalmente ¿cómo se produce y de cómo se distribuye ese producto? En ese sentido, el nivel de desarrollo cultural -responsabilidad social empresarial con énfasis ambiental- determina, aunque no de manera absoluta, a una economía incluyente. Ausente en Guatemala. La sociedad está demandando esa deuda histórica que su propio Estado ha propiciado. Hemos venido reiterando que el Estado es un todo integrado; y que la sociedad y el gobierno, son una parte del Estado.
¿Qué cosa? un modelo económico que ha demostrado ser ineficiente en el logro de una mejoría en el bienestar social; y que cada vez, profundiza su nivel extractivo en detrimento de la sociedad. Es por eso que la cultura de nuestros pueblos, basada en la milenaria cosmovisión maya (holística, ecléctica, circular y cosmogónica) clama por una modernización fiscal, por una reforma inaplazable de la Ley Electoral y de Partidos Políticos, por una modernización de la Ley de Servicio Civil; y presiona para que la reglamento Orgánico Interno del Congreso, sea reformado. Así como actualizar, la Ley de Compras y Contrataciones del Estado orientándola hacia la calidad de gasto púbico desde unas buenas bases de licitación y no solo desde una lista de verificación -check list-. Además, en cuanto a la Ley de Contrataciones del Estado, deberíamos ir primero a la raíz, modernizar la Ley Orgánica que rige a la Contraloría General de Cuentas para que esta tenga más grados de soberanía y libertad de auditoría. Estos aspectos son íconos o variables acompañantes de una Reforma Fiscal que en conjunto dentro de una matriz multifactor «Insumo-proceso-Producto» con integración de la variable ambiental, podrían explicar el desarrollo económico social del país.
Tal como en este espacio se ha escrito en sucesivas columnas, el Desarrollo Humano Generalizado no se trata de ideologías (ni del socialismo por un lado, ni del liberalismo por el otro). Antes bien, se trata de potenciar el valor práctico de las cosas (pragmatismo) poniendo en marcha el punto intermedio entre estas dos corrientes. Luego de analizados puntos de inflexión (ciclos) económicos en el tiempo, he encontrado que la Economía Social de Mercado -ESM- es una buena aproximación al punto intermedio. Estoy convencido que Guatemala está más cerca de la Economía Social de Mercado -ESM- de lo que parece; pero, permítaseme decir que debido a los avatares y a la vertiginosa velocidad en que transcurre el siglo XXI, la humanidad se ha venido alejando de este concepto; pero lo más desafortunado es que hay una resistencia a valorar los principios de subsidiariedad, solidaridad y de adaptación al cambio climático incorporados en la ESM, viéndosele como una tendencia ideológica y no como lo que es: un instrumento económico social para el desarrollo de los pueblos.
Si aquellos preceptos se entienden como necesarios para el bienestar de la sociedad guatemalteca; entonces: La Economía Social de Mercado -ESM- sería una potencial postulación en el ordenamiento económico, fiscal y financiero en busca del equilibrio social que podría conducirnos y convertirnos hacia la década de los años dos mil treinta -o al año 2050- en un Estado con más oportunidades de trabajo con la Ley de Competencia en plena aplicación (la cual, el Congreso debería aprobar). Tendríamos, además, un Estado menos desigual, esto implica Mipymes a lo largo y ancho del territorio nacional con salarios dignos agrícolas y no agrícolas. Seríamos más paritarios en términos de género y tendríamos mejores estándares nutricionales optimizando el Índice de Desarrollo Humano -IDH-. Con esto en mano, trascenderíamos como Estado pasando de la crítica a la propuesta; y más aún, a la ACCIÓN. Continuará.