Diana Brown - Los desarrolladores

La propuesta expuesta en el documento “Los desarroladores” de José Zendejas Hernández,  se enfoca en la relación entre el desarrollador y su “desarrollado”. Es un perspectiva netamente humanística ; no lejano de la relación de docente con estudiante, que tiene en sus manos la capacidad de detectar los talentos natos del estudiante y profundizar en su auto desarrollo por medio de una ruta estructurada,  observado y monitoreado, con las intervenciones necesarias para guiar el desarrollo.

El equipo, o, continuando con  la comparación de un aula, la clase, goza de la gran miríada individual de destrezas, capacidades, y visiones de interpretación de situaciones, contenidos, y la experiencia conjunta de crecimiento y comprensión que se combinan en ser el equipo. El “lucero” de la vida es el desarrollador, pudiendo ser o el jefe o el coach o el docente, siendo la persona guía que es la ruta al norte para los integrantes del equipo.

El talento del desarrollador es impulsar el crecimiento individual, que de ser exitoso en todos los integrantes,  el bienestar del equipo irá afianzándose. La dificultad es, por momentos, detectar las potencialidades de crecimiento o los retos que puedan frenarlo, y es allí donde el proceso de cuestionamiento toma fuerza, provocando posibles momentos incomodos que llevarán al descubrimiento y idealmente al camino de integración de metas. Igual es en el aula,  el trabajo colaborativo, el trabajo por proyectos, que combina las fortalezas individuales para crear una unión de aprendizaje de gran solidez.

Existen metodologías, técnicas, modelos  que siguen afianzando el camino; el permanente incógnito es lo desconocido, lo no evidente, lo no descubierto, tanto del “desarrollado en potencia” o el alumno, o del desarrollador, coach o docente, que a la par de su desarrollado, crece, encuentra y se desarrolla mientras se revelen las misteriosas novedades no pensadas.

Los talentos también se conocen como vocación:  “lo que la persona hace muy bien de manera natural, además le satisface, y le es significativo…” ;  este descubrimiento de la propia vocación  se afianza a través de la prueba y error, y ya complacida con conocer su misión en la vida, le aterriza el brillo de ilusión con cumplirla. Esta satisfacción descansa en los momentos de reflexión de los éxitos y desencantos, pues todo proceso de aprendizaje tiene sus alzas y descensos, pero la contemplación sobre ellos otorga el crecimiento del alma que insta a la inteligencia a continuar.

De igual manera, el desarrollador, coach o docente debe vivir el mismo ciclo de reflexión y luego, acción, por tener la responsabilidad de guía a su equipo o grupo; el compartir con la gama de otras experiencias le permite proveer una mayor gama de posibilidades a todos los participantes.

Un elemento sin qua non es el deseo de crecer; el actitud de apertura para escuchar, interiorizar y cambiar si fuera necesario. Esta actitud individual y grupal provee el entorno de mutua confianza, creando una tierra fértil para ese necesario crecimiento.

Habrá momentos de incertidumbre, de incomodidad, que también son momentos oportunos de descubrimiento y evolución. ¿Qué debe hacer el desarrollador, coach, docente? Preparar a los demás para afrontar los nuevos retos, lo desconocido, lo nunca enfrentado. Tampoco es tarea fácil, porque por definición lo desconocido, es desconocido.  Pero las herramientas técnicas y las experiencias vividas proveerán la ruta, y el cuestionamiento llevará por naturaleza, al proceso de auto descubrimiento.

La acción de transformación es lo que abre el abanico de crecimiento. Esta permanente acción provocará el  permanente perfeccionamiento, y el paso de etapas y su interpretación proveen la maduración y reconocimiento de los momentos significativos, que a su vez participan en la transformación de otras personas, en el ciclo permanente de cambio que es la fuerza vital.

El desarrollo no goza de una temporalidad especifica. El ritmo de cada persona es individual, y por momentos la dinámica de un grupo pueda sufrir de frustración e impaciencia. Es preciso tener la empatía, la sensibilidad, la paciencia y la comprensión de la individualidad de cada ser y respetar su propia evolución, que por la misma comprensión, aumentará la propia causando una mejor sinergia grupal.

Hay momentos de lentitud, de complacencia, de un auto cuestionamiento no respondido, que pueda provocar una suspensión del desarrollo. Es de reconocerlo, tomarlo en consideración y tratamiento, buscar la causa, e iniciar el proceso de remedio. Es de naturaleza humana sufrir épocas  negativas, lo importante es no quedarse en ellas, sino que buscar la salida, con actitud, visión y acción.

“La satisfacción del desarrollador proviene de los logros ajenos.”  La alegría del docente es observar la aprehensión del conocimiento, su adquisición y su desarrollo. El desarrollador, coach, docente, acompaña. Y el ser que es acompañada crece como ser, crece en su equipo o grupo, y crece con su desarrollador.  Proceso vital.

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