Luis Javier Crisóstomo - Organismos vivos modificados
No cabe duda que el ser humano padece de una enfermedad rara que consiste en obtener respuesta a su hambre de conseguir fortuna haciendo cualquier actividad sin importarle los efectos o impactos de sus hechos sobre la salud y la vida de los organismos vivos que hay sobre la tierra. Se menciona en nuestro país la necesidad que tienen algunos de aprobar el reglamento técnico de bioseguridad de organismos vivos modificados para uso agropecuario. Según el documento en mención, esta acción está bajo la responsabilidad de los Ministerios de Economía, Ministerio de Agricultura, del Consejo Nacional de Áreas Protegidas, entre otras instituciones. Cuando las intenciones, las decisiones y las políticas que se asumen van en beneficio de la vida y salud de las personas, especialmente para los más desposeídos se puede considerar el hecho como positivo, pero en un contexto de incertidumbre, desconocimiento y en el marco donde unos pocos deciden por las mayorías causa duda y rechazo.
El hecho es del todo humillante para la población guatemalteca que en su mayoría desconoce las profundidades y las consecuencias que trae consigo el uso de organismos vivos modificados en actividades de agricultura donde se cultivan variedad de plantas, muchas de las cuales se utilizan para el consumo de personas y de animales. En la agricultura se usa cantidad considerable de semillas bajo la responsabilidad de familias sin recurrir a procedimientos artificiales en mantener y conservar lo que por miles de años se viene repitiendo con vistas a tener lo suficiente para el consumo humano. En cambio, los grandes negocios justifican el uso de líquidos para eliminar insectos, otros para controlar hongos en los cultivos o contar con semillas que se supone producen más en beneficio del productor.
En el área rural de nuestro país están apareciendo cambios en las plantas ancestrales, otras están desapareciendo y algunas que están dejando de producir cuyos efectos serán devastadores en el mediano y largo plazos. Variedades de papas, verduras y frutas están sufriendo transformaciones o simplemente están desapareciendo después de sembrar otras variedades que entraron acompañados de lo que en otros años se anunció como el desarrollo y la eliminación de la pobreza en las áreas rurales. Es de mencionar que también hay instituciones cuyos proyectos más bien parecen agencias de promoción en cuanto al uso de semillas mejoradas para fomentar la producción o que presentan resistencia a ciertas enfermedades o insectos, pero en muchos casos los resultados son dudosos. Al momento, un buen porcentaje de la población rural y de los pueblos indígenas dependen del cultivo de maíz que viene de semillas ancestrales conservadas por familias a lo largo y ancho del país. Alteraciones en estas semillas ancestrales por simple contacto con otras variedades de maíz puede causar más pobreza al depender de semillas que necesitan de otras atenciones especialmente el uso de abonos químicos, insecticidas y herbicidas. Además, en condiciones adversas en donde la educación es de pocos años se desconocen referencias del impacto que han tenido en otras latitudes.
Se entiende que los ministerios públicos que están tras del logro de estas intenciones les corresponde asumir alguna responsabilidad, por ejemplo el caso del Ministerio de Economía le corresponde patentar el resultado de organismos modificados por alguna entidad comercial y entonces los beneficios van para los grandes negocios y para la población necesitada más bien puede significar pérdida de lo que se tiene hasta el momento.