Cristóbal Pérez-Jerez - La torre de Babel: el desarrollo

En Barranquilla han renacido los mejores sentimientos del guatemalteco. Una serie de triunfos que culminaron con un total de 84 medallas, 21 de campeones, demuestra que luego de 40 años de represión, los chapines pueden triunfar. Muchos sueñan que Guatemala podrá colocarse en los primeros lugares del desarrollo en América latina.

En una de sus premoniciones Franz Kafka elucubraría así lo importante es la intención de construir el desarrollo, una especie de torre que llegue hasta el cielo y eleve al ser humano al mayor bienestar imaginable. El diría mientras existan humanos en la tierra, existirá el ferviente deseo de terminar el proyecto del desarrollo. Lo que para algunos pueblos es una dicha, pues luchan por alcanzar el objetivo generación tras generación promoviendo el progreso humano, aún a costa de la madre naturaleza. Mientras que para otros pueblos es una sentencia de atraso. Como el proyecto está vigente, y todas las generaciones lo quieren alcanzar, entonces no vale la pena esforzarnos por ser desarrollados, dejemos que la tecnología y los conocimientos avancen hasta alcanzar el bienestar en el futuro, mientras tanto busquemos solamente el consumo de bienes lujosos intensamente, mientras queden recursos en la tierra.

Esos tienen en mente muchos pueblos, para que sacrificarnos ahora, valdría la pena sí nos desarrollamos ya. Pero, seguramente, las nuevas generaciones tendrán mejores conocimientos, condenarán nuestros esfuerzos y destruirán lo construido, para comenzar de nuevo. Mejor construyamos ciudades y nacionalidades, y luchemos entre nosotros destruyendo lo que otros hacen.

El intento de construir la Torre de Babel, una ciudad con un objetivo común, el bienestar y la cooperación colectivas, hablando un solo idioma y viviendo en paz con la naturaleza es una epopeya de siglos. ¿Podremos vivir en paz todos los pueblos?, ¿podremos comunicarnos con ternura y comprensión?, ¿será posible respetar al resto de especies?, ¿nos detendremos a convivir con la naturaleza?, vivimos en el paraíso, el único planeta en millones de años luz que posee condiciones para albergar la vida, ¿seremos capaces de convivir en paz con la creación, o estamos diseñados para destruirla?, ¿los humanos seremos los monstruos creados para destruir el paraíso?

Esas interrogantes llegan hasta nuestros días. En un blog del FMI, Tony Annett y Christopher Lane, https://blog-dialogoafondo.imf.org/?p=9707&utm_medium=email&utm_source=govdelivery#post/0, se preguntan sobre la posibilidad del desarrollo sostenible. Ya no es simplemente el desarrollo, como concepto sesgado solamente en favor del ser humano. Se trata ahora del bienestar humano, pero respetando el derecho del resto de seres, animales y plantas, de disfrutar un mundo de paz y estabilidad.

Annett y Lane, afirman que “..aunque vivimos en una época de riqueza y avances tecnológicos sin precedentes, miles de millones de personas siguen siendo víctimas de la pobreza, el hambre, la exclusión y la guerra. Además, la fuerza colosal de la economía mundial está entrando en colisión con la seguridad ambiental, llegando incluso a cambiar peligrosamente el clima a través del consumo de combustibles fósiles.” Recordemos que El Eclesiastés nos advierte …Quien añade conocimiento, añade dolor. Así que al tomar consciencia de su fuerza y su intelecto el ser humano se da cuenta de su capacidad de destrucción, el único miembro de la creación capaz de destruir la vida y la belleza de la Tierra.

Nuestros autores del FMI nos señalan cuáles son los pilares de los objetivos del desarrollo sostenibles que 193 países del mundo se plantearon en el 2015, para ser alcanzados en el 2030. Los pilares son: la gente, la prosperidad, el planeta, la paz y la colaboración. Aquí empiezan los problemas de la construcción de la torre. Mientras el ser humano, “la gente”, se ponga en primer lugar el ser humano alimentará su vanidad. Se creerá el dueño de todo y con el derecho de destruir al resto de especies animales y vegetales para alcanzar su bienestar. La Torre se derrumbará una vez más, solamente que esta vez destruirá toda la vida. Mientras el ser humano se considere el primero de la creación se hundirá en su vanidad de vanidades ya que todo será vanidad.

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