Cristóbal Pérez-Jerez - Centroamérica al borde del caos

Los pueblos de Centroamérica se despiertan. En la última semana, en los dos países más emblemáticos de la región, Costa Rica y Guatemala, se levantan enormes manifestaciones populares, acompañadas por el reclamo de los pueblos para resolver los problemas fundamentales que obstruyen el desarrollo.

En Guatemala es pueblo se mantiene en las calles sostenido por la consciencia de la desigualdad, la opresión y la falta de oportunidades. En Costa Rica el pueblo levanta sus voces por las enormes brechas de ingresos y salarios de los grupos favorecidos por los ajustes liberales y las enormes necesidades del resto de la población. En general, toda Centroamérica está en lucha, desde Guatemala hasta Panamá. Es un caso que rompe las reglas de las ciencias sociales. Es una región en donde las demandas, las luchas, la tragedia y el dolor son los mismos que aquejaron a las generaciones de 1940, 1970 y la actualidad. Es un mundo mágico, nada cambia, las minorías favorecidas exhiben sus lujos y miserias frente a las masas populares.

El problema, en América, sigue siendo la construcción del Estado nacional. En una época en que la construcción de ese Estado ya pasó de moda. En que se está construyendo el Estado mundial, basado en la lógica eficiente, dinámica y destructora de la naturaleza, del mercado. Como diría Francisco González, economista madrileño, presidente del gigantesco banco español BBVA, “Atravesamos una época de cambios sociales y políticos que son, a la vez, causa y efecto de un estado de perplejidad, incertidumbre e inseguridad entre los ciudadanos. En su base está el temor ante el futuro de la economía y el empleo, en un contexto de cambio y avance tecnológico acelerado.” La solución será construir un gobierno mundial que ponga freno al crecimiento población del mayor depredador del mundo, el sapiens; con una distribución planificada del empleo y los recursos del mundo; o el caos y la confrontación nuclear en donde las trompetas de Jericó no sonarán como unos compases de Beethoven, sino como rudas explosiones que incendiarán el planeta.

Aún estamos a tiempo. Centroamérica tiene que despertar y ser realista, la propuesta del pueblo tico es válida. Construir una sociedad eficiente, pero limitada por la justicia social, la solidaridad de todos los sectores sociales y el financiamiento de la educación y la salud de calidad para todos. ¿Cómo lograrlo? Tenemos que reconstruir el Estado democrático en cada país de la región, para pasar luego a incorporar a nuestras sociedades a la tarea de salvar el planeta, el resto de especies y al ser humano.

La sociedad humana moderna se hace cada vez más compleja. Con la intensificación de los procesos de integración internacional e interdependencia surgen posibilidades de colaboración entre los Estados nacionales y aumentan, también, los antagonismos. Existen roces en torno al libre comercio, la transferencia de capitales, la movilidad de personas, el cambio climático y aumentan los riesgos de la delincuencia organizada y el narcotráfico.

Toda la problemática social gira en torno al tema del Estado. El Estado es la forma de organización regulada de toda la sociedad. El Estado como organización política asegura las reglas mínimas de convivencia social y espíritu de pertenencia a todo un pueblo. El Estado muestra simultáneamente los fundamentos comunes que mantienen unida a la nación y genera roces y contradicciones entre sus distintos grupos sociales que periódicamente generan convulsiones y enfrentamientos.

Podría parecer ocioso volver sobre este tema. Todo lo contrario. La dinámica de la vida humana nos lleva a peldaños más altos de desarrollo científico, tecnológico y político. El cambio siempre repite los problemas anteriores, solamente que en una escala superior. Aunque conquistemos una sociedad democrática, siempre estará sujeta a los avances y retrocesos del conjunto de la humanidad. Siempre hay que analizar de nuevo los problemas para encontrar nuevas e inéditas soluciones.

Desde la caída del muro de Berlín, las fuerzas democráticas del mundo se plantean el tema del desarrollo. En medio del caos y la desesperación encontramos palabras de duda y aliento, lo menciona Angela Merkel siempre, aquí y en el futuro, valdrá la pena dedicar esfuerzos por diseñar un proyecto de desarrollo mundial. Queremos una sociedad que sea siempre sinónimo de defensa de la dignidad humana, la solidaridad y la tolerancia, la paz y la libertad, la democracia y el Estado de derecho.

Las finanzas públicas como estudio de las finanzas y la economía del gobierno nos muestran la tendencia ideológica y política de una nación. Las finanzas públicas se implantan en la sociedad, anualmente, como el palpitar de un corazón social, a través de los tres instrumentos de la política fiscal: los gastos, los ingresos y el manejo de la deuda.

El presupuesto general de la república contiene en líneas generales la visión que la sociedad tiene de sí misma. Puede ser esperanzadora y estratégica o puede ser ineficiente. Los representantes de la nación, que en sí mismos reflejan las virtudes y defectos promedio de la ciudadanía aprueban anualmente, el presupuesto, reflejando consciente o inconscientemente las tendencias que la nación prefiere tomar. El gasto superior a los ingresos provoca un déficit fiscal, recurrente en la mayoría de países del mundo. Es la forma de financiar las funciones esenciales del Estado. Qué esas funciones conviertan al país en eficiente o ineficiente, equitativo o desigual, digno o corrupto, eso depende de muchos factores de índole histórico, social, cultural, ideológico, étnico, coyuntural, etc.

Surgirá la fuerza política, social y estratégica que construya nuevos Estados en la región. Es la incógnita final.

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