César Sagastume - El cuarto equinoccio de otro ciclo

Desde los sabios mayas hasta nuestros días, loa astrónomos han marcado los cuatro equinoccios que señalan el recorrido de la tierra alrededor del sol, que invita a ser perfectibles.

Al llega nuevamente a la fase final de otra circunvalación de nuestro planeta al rededor del sol, en donde seguramente el comportamiento natural de nuestro sistema cósmico sufre algunos desgastes como es natural que suceda, siguiendo los principios de la física cuántica que indica que no se repite de forma idéntica el movimiento de los cuerpos que se mantienen en sus circunvalaciones, tanto el micro comportamiento de un átomo como en el macro comportamiento del universo.

De igual manera la humanidad rompe la rutina de seguir la misma orbita, cual si fuera el sistema planetario en su contexto planetario, como parte de la creación divina.  Los países, los pueblos y los grupos sociales tienen por norma ir cambiando sus conductas que analizan los sociólogos para comprender el comportamiento caprichoso de los humanos, queriendo desafiar los indicadores sagrados que nos legó el creador para vivir en vergel que nos provea de felicidad y paz, que en el devenir del  tiempo se deteriora  y se desafía con  destruirla y terminar las bondades de la vida terrenal,  que demanda una reingeniería por el creador como si se tratara de una estructura organizacional obsoleta.

Cabe hacer el recuento de acontecimientos naturales que devastan los territorios, que terminan con la vida de seres vivos, dejando secuelas de sufrimiento a los mas pobres, verbigracia, erupción del volcán de Fuego, muerte a causa de las guerras fratricidas entre los pueblos, destrucción inmisericorde de la naturaleza, de la extinción de  especies de flora y fauna que desequilibran los ecosistemas. De comportamiento de grupos antisociales, proliferación de estupefacientes que el ser humano consume para autodestruirse y de enfrentamiento de grupos por intereses perversos, manteniendo la dinámica diabólica de los poderosos en contra de los colonizados como los describen Franz Fanón en su obra “Los Condenados de la Tierra”.

La espiral de estos comportamientos trasciende en las turbulencias humana, pero con acción regresiva para los países grandes y pequeños que se dibujan en el planeta.  Guatemala no es la excepción; acontecimientos que obliga  hacer la reflexión de lo que ha venido aconteciendo en estos nueve meses que el calendario marca y es semejante, como no queriendo detenerse; en donde no se logra encontrar el camino para que todos encontremos el punto de convergencia el bienestar de todos los que habitan en un territorio tan pequeño, en donde supuestamente se debe disfrutar de la bendición de lo prodigioso y bendecido paraíso primaveral.

Este es el momento propicio de principiar a evaluar acontecimientos y el comportamiento humano de la ciudadanía y empezar a acomodar ese comportamiento que va en busca de bienestar de todos en el nuevo período que inicia en enero próximo; dándole la importancia a la salud, la educación, la nutrición, la vivienda, el trabajo, la economía, la espiritualidad, la familia, Etc. Cabe interrogarnos ¿Cuánto hemos avanzado y cuánto estamos estancados? y principiar establecer estrategias que garantice la entrada a la brecha de bienestar que el creador planteo para que la humanidad viviera en armonía.

Sin duda que la educación, debe considerarse prioridad uno, pormenorizando cada uno de los desafíos que deben adoptarse para conducir a la humanidad a comportarse con ética, moral y espiritualidad para formar generaciones que detengan la hecatombe de destrucción que se anida en el género humano que desafía la autodestrucción del planeta.

La educación es el vehículo que permitirá transformar el comportamiento de la humanidad y  conducirá a encontrar el camino correcto de cada individuo, con su razonamiento, conciencia y libertad en donde se reencontré con la felicidad de todos; debemos buscar el camino para  que todos trabajemos por las nuevas generaciones y lograr se  conduzcan para trabajar por el bienestar de humano y ser congruentes estar con los mandatos divinos que demandan el servicio mutuo para encontrar la felicidad.

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