La cultura del espectáculo por Julio Hernández Estrada

Mario Vargas Llosa, señala la cultura, civilización del espectáculo, la era en que vivimos. El caso de la supuesta ayuda humanitaria de Estados Unidos de América a Venezuela, intentando ingresar por Colombia, es un claro ejemplo del espectáculo montado, en aras de la libertad y democracia. Los medios de comunicación masiva, internacional, contribuyen a montar el espectáculo. En televisión y prensa escrita, han intensificado el tratamiento del tema del derrocamiento de Nicolas Maduro, mediante concierto de Rock organizados en la frontera entre Colombia y Venezuela, en Cúcuta. Sin embargo, ha sido un tremendo fracaso. Ni la Cruz Roja Internacional quiso colaborar con el ingreso de alimentos y medicinas, por ser un espectáculo político, un caballo de Troya. El ciudadano Guardó, salió ilegalmente del país, para organizar el espectáculo, y ahora, no puede regresar a Venezuela. ¿Qué hará? ¿Se declarará presidente interino de Colombia? ¿presidente de Venezuela en el exterior? La situación de crisis provocada, a la medida no está resultando como se previa, y han tenido que improvisar, lo cual se ha salido de proyección y pronostico. Las fechas programadas para la caída del régimen, se ha tenido que recalcular, reprogramar y posponer. Los resultados de una crisis son inimaginables. Pero nunca, se resuelven como se planean. Son inesperadas.

El bombardeo, minuto a minuto, de CNN en español y otras cadenas de televisión, así como periódicos nacionales e internacionales es constante, repetitivo, pronostican una caída inminente, que nunca llega. Mientras tanto, el mundo sigue su marcha, a su ritmo, con sus propios problemas y tiempos. Es una pena, que artistas, de la talla internacional, se hayan ofrecido y bien hayan aceptado ser parte del deplorable espectáculo del concierto, y hayan hecho declaraciones dentro del concierto de seguidores de la política de Estados Unidos de América. Menos mal, que otros artistas colombianos como Shakira y el rey del ballenato, se hayan mantenido al margen. Es mejor no mezclar el arte con la mansedumbre al imperio. Separar, como siempre lo han hecho los artistas, la política de la música, del arte, de la actuación. Excepto en Hollywood donde hay tradición de protesta frontal contra Donald Trump, por su actuación internacional y nacional. El espectáculo esta montado contra Venezuela, incluso en Brasil, país poderoso, pero con el nuevo presidente, todo es posible dentro del ridículo internacional. El espectáculo se ha vaciado de contenido, ha quedado flaco, sólo con los adornos, las luces de la noche, la gritería, el fuego, y gente corriendo para todos lados, sin rumbo. Hay gente del pueblo, despistada, o bien, en realidad creen en su salvador. Otros en cambio, se nota que son alborotadores de oficio, a sueldo. La intriga, las maniobras sucias, se han descarado, afloran cada día, en cada momento, en todo lugar. Se han vuelto cínicas. ¿Qué falta? No se sabe, están improvisando. Los altos funcionarios del gobierno, especialmente del Departamento de Estado, declaran ultimátum diarios, fulminantes, pero nada pasa. ¿Qué pasará? Todo y nada.

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