El dolor de varias generaciones por Luis Javier Crisóstomo
Se sabe que las personas que han tratado mal la vida de otras nunca están en paz. En las familias de las víctimas, el recuerdo mantiene detalles, señales, voces de seres queridos que se han ido como consecuencia de secuestros, asesinatos y desapariciones. A esta fecha, hay señoras y señores de 70 o más años, hijas e hijos de 40 o 50 años que vivieron la desaparición de papá o mamá pero que siguen con la esperanza de que algún día regrese. En estos casos, no han sabido dónde se llevaron y dónde dejaron al ser querido que esperan. Cuando los familiares vivos a la fecha logran reunirse, uno de los contenidos de los diálogos es la desaparición y la esperanza de que vuelvan algún día. Hay lágrimas, escuchan la voz, recuerdan los dichos, los gustos y los trabajos que hacían. Un punto de preocupación, es que el dolor se ha transmitido a los hijos e hijas, ellos y ellas cuentan el acontecimiento con dolor y entonces el sufrimiento se ha transmitido a las nietas y nietos. Todavía encontramos familias celebrando fiestas importantes con sillas vacías que corresponden a familiares desaparecidos. Escuchamos expresiones que dicen que el dolor está en el corazón, los recuerdos se repiten constantemente y también hay silencios que esconden el sufrimiento para no hacer sufrir a nietos y bisnietos.
Quienes se dedicaron a violar derechos humanos durante el conflicto armado interno en nuestro país, por más que haya amnistía, nunca estarán tranquilos debido a que los daños a la vida no son fáciles de curar, permanecen durante varias generaciones. Entonces, es de pensar que tenemos en Guatemala cierto porcentaje de población que sigue sufriendo las consecuencias de los hechos de dolor que ocasionó el conflicto armado que en estos días siguen contando en el seno familiar qué, cómo, dónde y a qué hora sucedieron los hechos. Hay localidades donde un buen porcentaje de la población sufrió de tantos hechos que hasta hoy permanecen en el recuerdo colectivo y que de esta manera se traslada a las nuevas generaciones. También hay comunidades que desaparecieron y no volvieron a recuperarse. En estas localidades encontramos bosques y de vez en cuando visitas de familiares de quienes allí vivían.
Cuando se pregunta a familiares, por qué después de tantos años todavía esperan a sus familiares desaparecidos que regresen algún día. La respuesta surge rápidamente, “no los podemos olvidar, talvez estén con vida o que alguien dijera sus restos están en tal parte, entonces enterrando a nuestro familiar se logre curar un poco nuestro sufrimiento”.
En estas condiciones, practicar la paz es un esfuerzo que tiene sentido. Es necesario que se haga un trabajo porque todas las familias guatemaltecas deben vivir en paz y evitar que se repita la experiencia que ha hecho sufrir a varias generaciones de guatemaltecos. La educación es uno de los servicios que tiene que referirse a ciertas condiciones sociales, políticas y económicas que contribuyan a un construir un ambiente de paz en Guatemala. Es fácil comprender que la violencia y la inseguridad en todas partes, familias padeciendo hambre y desnutrición, familias divididas por la migración y población viviendo en extrema pobreza pues es de considerar que no pueden vivir en paz.
En estos días, si se habla de consecuencias del conflicto armado interno, es que muchos hechos de la actualidad, especialmente uno de los temas que discute el Congreso de la República, provoca reacciones de todo tipo y atiende a ciertos intereses. La paz es consecuencia de la justicia, la democracia y el desarrollo.