Cristóbal Pérez-Jerez - Centroamérica en la era de la perplejidad
Vivimos en un mundo que cambia estrepitosamente. Lo que antes parecía incomprensible hoy se nos presenta con toda claridad. Quienes antes aparecía como revolucionarios hoy son simples agentes rentistas de la sociedad capitalista. Estamos ante una situación especial, en que el mundo se transforma aceleradamente, y tenemos que diseñar estrategias que permitan, no solamente sobrevivir, sino tener la capacidad de adaptación a este mundo nuevo, tenemos que enfrentar los cambios perturbadores o adversos, y como se dice en estos tiempos tan extraños ser resilientes.
Por ejemplo, en su más reciente actualización de las perspectivas mundiales, el omnisciente FMI, con un realismo perturbador indica que las perspectivas económicas para México, América Central, Panamá y la República Dominicana dependen en buena parte de los acontecimientos en Estados Unidos, dados los importantes vínculos comerciales, financieros y migratorios entre estos países.
Con todo su rocambolesco actuar Donald Trump tiene creciendo de nuevo a Estados Unidos, lo tiene de pie frente a sus adversarios y aliados tradicionales. Todas las apuestas indican que tendrá un fin inesperado. Pero lo real es que le ha dado un nuevo liderazgo al imperio y ha debilitado a los grupos conservadores de la política gringa. El mundo está pasando en estos últimos años por una revolución sin igual. El proceso de descomposición del sistema no se da por el lado del sistema económico, como creía el gran topo. No, a lo que nos enfrentamos es al malestar de la población con la política y el auge de los populismos, de derecha e izquierda.
La incertidumbre que se expande por el mundo, y que se tiene que interpretar, es la descomposición de los órganos del Estado. La imagen de corrupción e ineficiencia de los cargos públicos se ha generalizado, hasta tal punto que el sistema judicial atraviesa en América uno de sus peores momentos. Y este poder judicial es el punto de equilibrio de la ilusión de la igualdad de los ciudadanos. Las noticias nos informan del avance incontenible de la corrupción, caen presidentes, diputados, magistrados. La fermentación arrastra tras de sí a todas las potencias políticas que antes tenían un mínimo de respeto por parte de la población.
En un mundo mesiánico, surgen todos los poderosos salvadores, gente de manos limpias, con sermones de que no son corruptos y están para salvar a la sociedad, y en medio del caos general, se derrumban, pierden rápidamente el brillo y son sepultados en las tinieblas de sus actos de incapacidad para conducir los gobiernos o la búsqueda incesable de arrancar al Estado las riquezas.
Es impresionante como los héroes se derrumban, como surgen como hongos nuevos mesías para derrapar enseguida, no existen principios ideológicos, no existen banderas de construcción de un mundo nuevo, los líderes del pensamiento se obstruyen unos a otros con impresionante celeridad, todos alcanzas puestos desde los que obtienen ingresos, y se olvidan de las promesas de redención. Y, todo esto ocurre en el marco de un mundo moderno, lleno de tecnología e información generalizada.
Para el caso de nuestra región, México, el FMI proyecta que las perspectivas lo beneficien en torno al mayor crecimiento en Estados Unidos y de una demanda interna más vigorosa; frente a la incertidumbre en torno al resultado de la renegociación del TCLAN, que puede generar un estancamiento profundo de las industrias mexicanas, sin dejar de lado los riesgos de la reforma tributaria de Estados Unidos, que pueden significar una mayor inversión y crecimiento, o un impacto negativo en el consumo de la potencia del norte. Sin dejar de mencionar las enormes expectativas de todos los sectores ante la toma del poder por López Obrador.
En el caso centroamericano, las recientes crisis políticas mostraron una realidad que la mayoría no quiere ver. La existencia de dos regiones diferenciadas. El cuarteto del norte con un capitalismo semifeudal, basado en el gasto elevado en el ejército, y poca inversión en salud y educación, y en el sur dos países orientados a un capitalismo democrático, con fisuras en el poder judicial, que han logrado mejores resultados al disolver los ejércitos y utilizar los recursos para educación, salud y en caso panameño infraestructura.
El cuarteto del norte, no depende de sí mismo, sus ingresos por exportación e inversión extranjera son menores a sus ingresos por “ayudas internacionales”, dentro de las que se cuentan las remesas que se han elevado como resultado del auge de la economía de Estados Unidos; también la cooperación internacional, que para estos cuatro países es fundamental en sus presupuestos; y el ingreso de extraños flujos de capital sin una fuente clara de su origen. Son recursos que al no ser producidos directamente por estas economías las mantienen en una inestabilidad eterna.
Nuestro gran oráculo, el FMI, nos indica los riesgos que amenazan la paz de la región. Para empezar nos menciona los riesgos de no tener reservas fiscales para resistir los shocks externo que aparecen en el horizonte. No hay que olvidar los amagos de guerras comerciales USA vs China, USA vs Comunidad Europea, que de hacerse realidad pueden hacer saltar la estabilidad política y económica de la región. La reforma fiscal tiene que abarcar la generación de más ingresos para los gobiernos y contención del gasto público, orientándolo a la eficiencia y resultados para la población. En Nicaragua no dio tiempo para las reformas, la movilización de la población derrumbó la imagen de progresista de los sandinistas, el impacto de las armas de fuego los mantienen en el poder.
Según el FMI, en “Guatemala, existe margen para aplicar una política fiscal más expansiva que permita incrementar el gasto social, en seguridad y en infraestructura.” Lo que no existe es margen político ni una cultura de equidad y solidaridad social. En Costa Rica, la elección de un nuevo presidente, con una amplia votación puede representar “una nueva oportunidad para emprender un ajuste fiscal de gran alcance con el fin de abordar la situación fiscal insostenible.” Todo depende de que la reforma sea fiscal, es decir, aborde la deuda, los ingresos y el gasto, y no solamente tributaria, es decir, solo orientada a impuestos.
En fin, nos espera un futuro muy dinámico y lleno de ilusiones para reformar nuestros países.