Nosotros, los humanos por Julio Hernández Estrada

Yuval Harari, historiador israelí, escribió el libro “Homo Sapiens”, donde relata el camino para llegar, hasta donde estamos. Y ser, lo que somos. Así, como el probable destino, de seguir, como vamos. Las profesiones y las ciencias que respaldan cada una de ellas, son compartimentos. ¿Quién establece puentes entre ciencias? Casi nadie. Vemos el mundo, según el lente, con el cual, hemos estudiado. Desde luego, la religión que profesamos, y la cultura en que estamos inmersos. Esa circunstancia, hace compleja la vida. Por un lado, nadie ve hacia el cielo, para saber si va a llover. Aunque lo vea, no sabría como detectar lluvias. Por otro lado, las nuevas tecnologías, requieren conocimientos mínimos de ciencia; química, física, biología, matemática, etc.

La ciencia ha avanzado tanto, que los humanos, juegan a ser Dios, modificando el genoma humano, animales y plantas. Intercambian genes, entre reinos, familias y especies. Por eso, el segundo libro de Yuval Harari, “Homo Deus”. Por el lado de la economía, condiciona y modifica, el comportamiento humano. Un psicoanálisis, de cinco, diez o treinta años, no modifica tanto la conducta humana, como un repentino cambio de precios. Cada año, grandes almacenes en Estados Unidos de América, rebajan entre el 70% y 90% los precios de productos de fin de temporada, y los humanos esperan desde una noche anterior, fuera de la tienda, acostados. Cuando abren la puerta, al día siguiente, se desata la locura; todos corren, se tiran sobre los productos, se pelean entre consumidores, si dos o tres, agarran la misma prenda. ¿Y todo para qué? Para acumular bienes en sus casas, no los usan. Es imposible, vestir tanta ropa al mismo tiempo, comprada en rebajas durante el año, pero el viernes negro, es desastroso, en términos de conducta humana. ¡Es catarsis de la locura capitalista!

Existen consumidores, que no les gusta ir al supermercado. Odian esa actividad, entonces, compran cantidades grandes; guardan para el año, lo cual, es obvio, caducan productos, se pierden, se tiran, y la supuesta ganancia, se desvanece. Lo mismo pasa con frutas y verduras, que se compran en grandes cantidades, se congelan, perdiendo color, sabor, textura y estructura. También olvidan que tienen guardado, y vuelven a comprar. El control de la vida diaria, debe ser diario. Las decisiones sobre como vivir, debe ser permanente. Siempre aparecen nuevos productos y servicios, que dejan obsoletos, los productos que se compraron con antelación. Por otro lado, el consumidor se aburre de ingerir y vestir lo mismo. La presentación es indispensable para abrir el apetito. La sociedad de consumo, en la cual se vive, modifica la conducta del consumidor, de los humanos, hasta convertirlos en entes puramente, de consumo, esclavos de precios, novedades, rebajas, estatus y el mercado. El tiempo, se vuelve la mercancía más cara del mercado. Y, sin embargo, se desperdicia, no se sabe que hacer con él. Cuando finalmente, se dispone de tiempo, los humanos, se aburren. No saben ser, solo hacer. La diversión en el tiempo libre, es hacer algo, Leer, no es diversión para la mayoría. Quieren patinar, tirarse de un tobogán, en caída libre, patinar, bicicletear, nadar, jugar boliche, cartas, disparar a todo lo que se mueva, ver televisión, etc. Los consumidores, en sociedades de mercado, están ansiosos, y toman ansiolíticos, para calmarse, toman pastillas para dormir, estimulantes para ir al trabajo, etc. Lo único que no toman, es la vida con calma, con filosofía.

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