Luis Javier Crisóstomo - Comida a cambio del voto

Es cierto que en Guatemala abunda la pobreza, la miseria y otras condiciones que limitan vivir favorablemente en las áreas rurales y barrios marginales de las grandes ciudades. Estas situaciones se vienen dando desde hace años y esta población está acostumbrada a buscar todos los medios que hagan posible el vivir día a día tal como se presenta la escasez de comida, lejos las oportunidades de acceso a la educación para los hijos, sin servicios de salud,  la covacha como vivienda y la violencia como el marco de acciones cotidianas.

Cada vez que hay campañas electorales, los candidatos a distintos puestos de elección popular resultan ofreciendo todo tipo de soluciones. Se habla de fuentes de trabajo, más escuelas, para los hijos puestos de trabajo en la administración pública, apertura de carreteras, nuevos edificios y soluciones diversas a la violencia. En la realidad nada cambia, todo seguirá igual, más bien algunas condiciones desfavorables aumentarán haciendo más difícil la vida de los excluidos y marginados. Por mencionar ejemplos, habrá más familias sin acceso a tierras, jóvenes sin oportunidades laborales, graduados del nivel medio buscando algún trabajo en las ciudades y personas de todas las edades migrando hacia otros países.

Con base al dolor de la miseria, del hambre y de la exclusión que sufre una gran parte de la población guatemalteca, hay acciones de los gobiernos de turno que se presentan cada vez que se acercan las elecciones generales bajo el argumento de que el gobierno en turno sí atiende las necesidades del pueblo.  Este es el caso de los comedores populares que aparecen cada cierto tiempo.  Se ofrece comida a los potenciales votantes, se les dice que vale la pena apoyar al actual gobierno o el actor que ofrece estos servicios. Es de reconocer que tales comedores están lejos de resolver el problema de fondo que es la falta de alimentos, además están ausentes de las comunidades locales de los municipios priorizados como los más pobres. En estos municipios siguen brillando los indicadores de desnutrición, escasez de servicios de salud, educación de baja calidad, medio ambiente en pleno deterioro, conflictos generados por la escasez de recursos, presencia de actores que con apoyo de la fuerza pública aplican leyes con terror en algunas comunidades. A los empobrecidos duele la ausencia del Estado y cuando hace presencia el Estado es para seguir con las prácticas de dependencia y sumisión de manera que nada cambie para alegría de algunos.

Responder momentáneamente al hambre de muchos guatemaltecos a cambio de pedirles el voto, es aprovechar el dolor con darles algo para que permanezcan estas condiciones de dependencia que mucho daño han hecho al desarrollo de las familias y de las comunidades. Hay que revisar el contenido de la educación, de los servicios de salud, la forma de administrar la justicia y las acciones de mantener el medio ambiente para que los efectos sean de impacto para disminuir o eliminar la pobreza.  Se necesitan estrategias y acciones que hagan posible que para las familias de los municipios más pobres del país funcionen programas específicos que ofrezcan resultados viables en contextos donde abundan compatriotas sin tierras para cultivar, familias que apenas tienen donde tener una casa, regiones donde la población cuenta con 2 o 3 años de educación escolar, microrregiones donde los efectos del cambio climático son reales como la sequía.  Estas condiciones necesitan de atención antes de que se llegue a extremos que obliguen a la población a migrar masivamente hacia otras partes.

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