Giovanni Tobar - Vivir en el paraíso de los conflictos

Hace algunos meses conversaba con un amigo sociólogo de nacionalidad chilena, quién luego de una estadía de varias semanas, manifestaba con mucha emoción el gusto que le daría vivir en nuestro país, dados los innumerables estudios de caso que podrían obtenerse.

Me explicaba que desde el ámbito de la  sociología se utilizan múltiples técnicas de investigación interdisciplinarias para analizar e interpretar desde diversas perspectivas teóricas las causas, significados e influencias culturales que motivan la aparición de diversas tendencias de comportamiento en el ser humano,  especialmente cuando se encuentra en convivencia social y dentro de un espacio temporal compartido.

Lo que más le llamaba la atención a dicha persona,  era como pasados más de 22 años de la firma de la paz que puso fin a un conflicto armado de más de tres décadas,  a diferencia de otros países con similares experiencias, Guatemala no había sido capaz de superar muchas de las circunstancias que dieron origen a dicho conflicto, lejos de ello la sociedad pareciera estar incubando nuevamente un estallido social merced a las grandes asimetrías que le sitúan como el segundo país con mayor desigualdad en el nivel de ingreso en Latinoamérica.

Según este académico es muy alta como variada la cantidad de conflictos que se dan en nuestro país, que van desde los conflictos familiares y comunitarios, los cuales actúan en el ámbito de la micro sociología, hasta aquellos en los niveles estatales que evidencian los niveles de ingobernabilidad en los cuales vivimos, que nos ponen muy cerca de ser declarado un Estado fallido.

Si hacemos un breve repaso al día con día en el país, quizá nos pueda sorprender la amplia variedad de situaciones en Guatemala tanto en el campo como en la ciudad que nos mantienen en una constante desconfianza y tensión entre pares.  No digamos al navegar  un momento por las redes sociales,  es impresionante la espiral de descalificativos en los que las personas caen  ante la falta de argumentos sólidos para defender posiciones personales o sectoriales.

Si bien Freud pensaba en el conflicto como inherente a la personas y por ende a las sociedades, lo describía también como un aspecto vital y positivo, esto es ver a todo conflicto como un motor de cambio en sí mismo, por lo cual quizá debamos interpretar que estamos a las puertas de múltiples cambios, dependerá de qué manera los tomadores de decisión y la sociedad en su conjunto ensaye en la transformación de conflictos la oportunidad de construir un Estado nación más incluyente y respetuosos de la dignidad humana.

Haciendo mío  este hermoso párrafo del célebre poeta tico, Isaac Felipe Azofeifa, les deseo un excelente intermedio de semana. “Ya todas las estrellas han partido, pero nunca se pone más oscuro que cuando va amanecer”

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