Con un poco de azúcar / Parte I por Olivia España Gallardo
Ciertamente no todos nacen para ser madres, padres ni para ser educadores, pero los niños siguen viniendo al mundo dentro de familias sin educación y sin interés en prepararse para la importantísima tarea que les ha puesto la vida, ser madres y padres y por consiguiente educadores de sus hijos.
Mucho se habla que la educación del niño comienza desde el hogar, y que el maestro solo refuerza por medio de procesos de enseñanza y aprendizaje los valores que cada niño debería de traer desde su casa. Pero no son solamente los valores son los que se deben inculcar desde el hogar, sino que también hábitos educativos como la lectura, las habilidades numéricas, las habilidades del lenguaje, el desarrollo de las motricidades gruesas y finas, la creatividad artística y el gusto por realizar actividad física, por mencionar algunas.
El niño al llegar al sistema educativo debería de contar ya con las herramientas básicas de convivencia y socialización, debería estar feliz por llegar al lugar especial donde serán desarrolladas todas las habilidades, destrezas y conocimientos que fueron encubados desde el hogar.
Tristemente entre más pobreza exista en un país, más se aleja de estos conocimientos previos que el niño debería de traer antes de ingresar al preescolar, más bien los gobiernos, organizaciones no gubernamentales y otras instituciones promueven campañas para llevar a las escuelas conocimientos básicos para la salud y protección de los menores, a sabiendas que en casa no se les ha enseñado a: cepillarse los dientes, lavarse las manos, sobre educación sexual, prevención de la violencia, alimentación saludable, actividad física, etc, etc, etc.
Pero a los niños se les exigen luego resultados, y es común escuchar a los padres regañar y castigar, ¿Por qué no hiciste la tarea? ¿Por qué no leíste el libro? ¿Por qué tienes baja nota en matemática? ¿Qué vergüenza, me mandaron a llamar porque tienes piojos o caries? ¿No, puedo creer que vayas mal en artes plásticas o música?
¿Será que es culpa sólo de los niños? O ¿serán más responsables los padres y madres por ser adultos?
Por eso me encanta la película infantil “Mary Poppins”, esta niñera experta no solo llega a sembrar en los niños disciplina con amor y alegría, sino que también responsabiliza con amor a los adultos que decidieron traer al mundo a estos niños. Definitivamente creo que con un poco de azúcar, es la píldora que todos necesitamos para asumir nuestros roles.